RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez Azaústre

Una condena expresa

FRANCISCA Hernández habla sin un dolor de vértigo en los ojos, Francisca Hernández habla con templanza justo en el límite, sosteniendo el empaque, el equilibrio, con una solidez hembra de madre que ha hecho una firmeza de la vida. Ahora habrá algún listo que diga que estas expresiones le suenan conocidas, que siempre se está a punto de acabar con esta certidumbre del terror, que se repiten consignas, una respiración del ánimo en las frases de una libertad, pero lo cierto es que ni las expresiones terminan sonando acostumbradas, ni hay repetición, porque todos los muertos son distintos. Ha dicho el hermano del policía nacional asesinado Antonio Puelles que su hermano no es una víctima, que su hermano era un héroe, que su hermano era un verdadero gudari, un soldado vasco. Él, su hermano, junto con sus hijos y los familiares de muchos otros ejecutados por el terror, han encabezado una marcha de protesta y dignidad que tampoco es la de siempre, porque ahora ya es mayoritaria.

Francisca Hernández ha hablado después del lehendakari, que ha soltado un discurso que debería escocer al anterior, e incluso abrir la puerta hasta la Fiscalía, porque ha asegurado Patxi López que "se acabó la impunidad, se acabó la arrogancia de quienes utilizan el argumento del amparo velado de la capucha", con lo que podría interpretarse que, hasta ahora mismo, ha habido exactamente impunidad consentida por los anteriores inquilinos del Gobierno vasco, lo que coincide con alguna queja por parte de la policía autonómica, impunidad conocida y consentida, que podría ser delictiva por quienes conocieron y también consintieron. "Asesinado por defender la libertad de los vascos, era uno de los nuestros. Gracias a él y a otros muchos como él, gracias a los miembros de la Ertzaintza, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, los vascos y las vascas vamos arrancando, trozo a trozo, con desgarro y sufrimiento, la mordaza de nuestra libertad". No, no suena igual que siempre, ni es la frase de siempre, por mucho que ahora salgan los de siempre, que se encaraman al mástil de la libertad para defender el derecho de participación política de cualquier abertzale, y traten de restar valor simbólico a esto de ahora mismo diciendo que es lo mismo que se dice siempre. Por cierto, ¿dónde están? ¿Dónde están ahora los defensores de Sastre, los defensores desastre de alguien preocupado por los presos pero que nunca ha condenado a ETA?

Francisca habla a todos ellos, y los mira de frente, sin recurrir a un pasamontañas o a la mascarilla de la ambigüedad política. Francisca ha dicho unas cuantas verdades, constitucionales todas ellas, las verdades honradas de una mujer íntegra, en las palabras de una fortaleza. No es política, como pretenden todavía unos pocos, y no merecen garantías políticas, sino una condena expresa.

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