La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

La conjura de los humildes

La ciudad echa en falta en los políticos algo de la humildad, la unión y el sacrificio que ha traído éxitos al baloncesto

Un día se conjuraron. Reunieron a todos los afectados y dijeron: "Señores, tenemos un gran problema...". En aquel momento se iba a la quiebra uno de los fastuosos proyectos deportivos sostenidos o ayudados por el dinero del ladrillo. Como daño colateral, cientos de niños se quedaban sin escuela ni equipo de baloncesto en Granada. "…Pero hay una solución y requiere un esfuerzo colectivo", fue la continuación de aquel discurso. Se pusieron manos a la obra, renacieron desde abajo y casi una década después ese grupo de personas, trabajadores del antiguo club arruinado y padres de niños que soñaban con la canasta, han forjado un proyecto sólido que hoy es envidiado en muchos lugares de España y que cada año se acerca más a la élite. Esto ha sido posible en Granada.

Aquella ilusión y fe de los inicios fueron un polo de atracción para empresas locales o con fuerte implicación en la provincia, que pusieron su dinero en manos de una idea y unas personas con más ganas que avales. Como Covirán -que hoy da nombre al equipo-, un gigante en su sector que no ha dejado de ser sinónimo de lo pequeño, de la tienda de barrio y de lo humilde. Otras firmas de la provincia y sus mermadas plantillas tratan de superar la actual crisis de la pandemia con trabajo a destajo y en muchos casos partiendo casi de cero. Muchas se han quedado en el intento. Pero siempre con la misma fe e idéntico discurso: tenemos un enorme problema y nos conjuramos para buscar la salida. Todo eso también está sucediendo día a día en Granada.

¿Por qué entonces no hay forma de prender esa mecha entre la clase política? Ahí sí tenemos un verdadero problema, con una ciudad a la deriva y sin gobierno, en un momento crucial para la recuperación económica. ¿Hay solución? ¿Hay voluntad para encontrarla? El presidente de la Cámara de Comercio, Gerardo Cuerva, se lo dijo al alcalde esta semana, cara a cara, pero delante del empresariado granadino en su tradicional encuentro anual: "Nos habéis dejado solos". Salvador se marchó pronto, pero no dejó de estar presente. Tanto él como el resto de concejales que mantienen sumida a la ciudad en la confusión.

La ciudad echa en falta algo de la humildad y de ese espíritu de sacrificio que ha marcado la joven historia del club de baloncesto que lleva el nombre de Granada. A pocas horas del partido que les podría haber dado el pase a la ACB, un directivo del Fundación CBG me recordaba emocionado aquellos momentos no tan lejanos en los que él mismo ayudaba a barrer el pabellón Veleta para los partidos. Luego tenía que cambiarse rápido y asistir trajeado a la función, para representar a un club profesional y sentarse en el palco junto a esos políticos que pocas veces se ensucian las manos para desatascar un gran atolladero.

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