La colmena

Magdalena Trillo

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Más consejeros para Granada

Marín tiene la oportunidad de resolver dos crisis en una: 'arreglar' Granada y reforzarse con Salvador en la Junta

El presidente de la Junta y Marifrán Carazo, con Luis Salvador y el consejero de Salud en Granada.

El presidente de la Junta y Marifrán Carazo, con Luis Salvador y el consejero de Salud en Granada. / Antonio L. Juárez

Si echamos la vista atrás, en cuarenta años de democracia no ha habido ni un solo gobierno que haya esquivado las crisis internas. Y mucho menos las discrepancias entre diferentes áreas de gestión cuando hay que repartir recursos escasos, cuando cada ministro o consejero tiene que velar por su hoja de servicios y cuando todos tienen que rendir cuentas ante ese compañero incómodo que hace de guardián de las cuentas públicas. En el Ejecutivo de Pedro Sánchez, le ha tocado a la política andaluza María Jesús Montero justo en el mismo papel que ya desempeñó en San Telmo con Susana Díaz y que ahora ha asumido el consejero Juan Bravo.

Pero, donde se advierten legítimas discrepancias -del salario mínimo al cómputo de las pensiones pasando por los desahucios-, hay quienes sueñan con un gobierno roto y unas elecciones anticipadas. Es evidente que los ejecutivos de coalición lo complican e intesifican todo, pero nada tiene que ver la realidad con el deseo. Y lo que hay de momento, tanto en Madrid como en Sevilla, es estabilidad. Con los presupuestos aprobados y las legislaturas prácticamente blindadas.

Lo político y lo institucional está conectados pero son escenarios diferentes. O deberían serlo. Porque en España seguimos empeñados en mezclar los tableros de juego haciendo política desde el poder. La prueba es que acabamos de llegar al ecuador de las legislaturas y es justo ahora cuando el reloj electoral de los partidos se pone en marcha.

Sólo desde esta perspectiva se entiende, por ejemplo, la bronca de siete horas que los partidos protagonizaron esta semana en la sesión de control en el Congreso. Entre Gobierno y oposición, como es lógico, pero también entre PP, Vox y Cs en una carrera por asumir el liderazgo de la derecha que parecía enfocada a la precampaña de las elecciones catalanas de febrero. La distracción de la jornada, el "no seas cabezón" que le espetó Montero a Iglesias y que ha desatado ríos de tertulia. Casi tanto como el pulso entre PSOE y Podemos rivalizando por ver quién se pone la medalla de la agenda social y, sobre todo, quién le saca más rédito electoral.

En Andalucía, resulta paradójico que apenas haya roces entre PP y Cs -de eso ya se encarga Elías Bendodo- y todas las crisis planeen sobre el partido naranja. Hace meses que la formación de Juan Marín se enfrenta a un sector creciente de críticos, su propuesta de alianza con el PP ha constatado su nula sintonía con Arrimadas y la última reorganización en la Junta -aquella promesa de crisis de gobierno que quedó en un ajuste de poder interno- fue una bofetada a la consejera Rocío Ruiz... con consecuencias. La polémica de esta semana no es ninguna "equivocación" sobre cómo ha de abordarse el refuerzo de las delegaciones territoriales; es una muestra más de que hay dos Cs en Andalucía con planteamientos, liderazgos y fontanería distinta. Según evolucionen, hasta podría conformarse una "tercera vía" de descontentos desde abajo. Ojo, que en algunas provincias ya hay movimientos...

El senador granadino Fran Hervías es pieza clave (del lado de Rocío Ruiz) y Luis Salvador podría serlo antes del verano reforzando en la Junta la posición de Juan Marín. Para el actual vicepresidente, sería la forma de resolver dos crisis en una. Que Sebastián Pérez haya optado por un perfil bajo estos meses no significa que haya renunciado a su "objetivo": que en junio Luis Salvador ya no sea alcalde. Cueste lo que cueste, Granada debe ser para el PP como se acordó en el famoso 2+2 aunque él no coja el bastón de mando y tenga que cederlo a Luis González. El PP regional apoyaría esta salida y Cs podría premiar a Salvador ascendiéndolo a consejero. Sería una buena salida allí y aquí. En Granada, la Junta sólo tiene un rostro: el de Marifrán Carazo. Con una gestión solvente, con una mano izquierda en política que la salvan de todos los frentes (a nivel interno y lidiando con los adversarios sin desgastarse) y con un reconocimiento popular cada vez más sólido. Egoístamente, está claro que Granada necesita más consejeros , con áreas inversoras (del PP o de Cs)... y candidatos potentes para las Municipales. Sí, faltan dos años pero el trabajo empieza ahora.

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