La columna

Juan Cañavate

jncvt2008@gmail.com

Todos contentos

También entiendo al alcalde que ve pasar el tiempo sin nada que quede en la memoria de los que lo vieron pasar

Dice un amigo que uno de los peores errores de un político es intentar dar satisfacción a todo el mundo, porque quien avanza por esa senda acaba siempre por traicionar a alguien o, lo que es peor, por traicionarse a sí mismo y que tonto es que intenta engañar a otros, pero más tonto aún es engañarse a sí mismo.

Ahora, mientras recuerdo esa reflexión de mi amigo, pienso en cómo se sentirá el equipo de Rugby de la Universidad de Granada , recién ascendido a la división de honor, cuando se entere de que la propuesta del Ayuntamiento para soterrar el tren y dar satisfacción a algunos, pasa por convertir en una torre de pisos el viejo y entrañable campo de Rugby de Fuentenueva, uno de los pocos espacios verdes de una ciudad en la que no abundan y que al final, confirma la opinión de García Royo cuando, en la famosa carta a Isabel Nieto, le contaba que en el Ayuntamiento odian los espacios verdes. A menos que alguien se crea que las losas de hormigón que quedan sobre un aparcamiento subterráneo sean una zona verde.

Y es que no se puede tener contento a todo el mundo ni mantener una ilusión eternamente y, al fin, hay que dar la cara y descubrir a quién está uno dispuesto a dar satisfacción cuando se gobierna.

En este caso, según recogen algunos medios, aunque haya algunos, pobres jugadores de Rugby de la UGR o habituales de los paseos por Fuentenueva, que no estén muy contentos, hay otros, los empresarios de la hostelería y de la construcción, que sí lo están y ya les brillan los ojos solo de imaginar bloques de pisos, bares, hoteles, terrazas, mesas en las calles… y la verdad es que les entiendo, como entiendo a los vecinos de la Chana, tantos años esperando como sólo se puede esperar en esta ciudad de pocas esperanzas.

También entiendo al alcalde que ve pasar el tiempo de su mandato como pasan las frías y claras aguas entre los cañaverales del Genil, sin presente, sin pasado y sin futuro, sin nada que quede en la memoria de los que lo vieron pasar, sin que tan siquiera llegue el legado de Lorca, ni el tren, ni el metro, ni los dos hospitales, ni el AVE, ni Santa Adela, ni nada… una nada casi filosófica, Heideggeriana, una nada activa, presente en cada día que pasa y en los que están por pasar y que se cierne sobre el futuro como una ave agorera y gris.

En serio, yo lo entiendo y comparto su ilusión porque, aunque nada pase, al menos que parezca que algo pasa y que si no gobierna, al menos que parezca que sí lo hace y hasta que Fomento reconozca su autoridad.

Aunque también entiendo que las ciudades no se hacen a parches por muchas ganas que se tengan de agradar a todos, ni destruyendo espacios verdes por muchas ganas que se tengan de soterrar un tren.

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