La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Cada cosa en su sitio

Reclaman la tolerancia que nadie les niega, pero confundiendo pavos con galgos, y no es caso

Ese afán desmedido de quienes ni creen, ni promueven el apostolado, ni predican, ni rezan, por ocupar los espacios creados por quienes sí lo hacen, llega a empalagar un poco.

Es recurrente hacerse el prota displicente, provocador y retador, cuando de romper o contra programar ceremonias católicas se trate. Contra las propias del islamismo no se atreven. Las mezquitas de suníes y chiíes pueden estar tranquilas. Allí no irán. La bondad de la feligresía cristiana es única. Su tolerancia es inversamente proporcional a la que recibe de quienes se declaran ateos, agnósticos o de religión escasa o ninguna.

Con la convocatoria cristiana tradicional, sea en cabalgata de reyes magos, procesión de cirios y cirineos, bodas, bautizos o comuniones, los buscadores de alguien que les oiga (se autodenominan nueva política), nos obsequian con sus variados sainetes vindicadores. Nos ofrecen su tela barata y caldeada con ideología fina filipina y progresí, dirigida a un auditorio que no los convoca específicamente, pero al que ellos se convidan sin más invitación que esgrimir su derecho a exhibir su condición. Y es que exhibir su libertad de expresión, curiosamente, suele coincidir a menudo con una procesión o cabalgata.

Ser gay, bisexual, transexual, lesbiana, drag queen o meretriz, ha dejado de ser noticia por la normalidad que nos habilita en ésta nuestra tolerante comunidad. Tanto como que Sor Lucía Caram sea monja dominica, y el cura de Calella y el obispo de Solsona independentistas.

Debería ser suficiente para la vindicación concurrente con nuestra progresista sociedad usar los canales y medios propios, esos lugares que la libertad concede para quien la quiera usar a coste cero. Pero la audiencia de la provocación a la tradición parece serles más rentable para su alicaído espectáculo. A resultas de cada escándalo ellos ganan notoriedad con su ruido, aunque sea a costa de reinventar la historia, condenar la costumbre, repeler la tradición o quebrar la convivencia.

Reclaman la tolerancia que nadie les niega, pero confundiendo pavos con galgos, y no es caso. Una banana no es un plátano, aunque se parezca. Ni uno es más solidario con los discapacitados por proponer que Cañita Brava inaugure el Festival de Música y Danza de Granada cantando Mi jaca. Cada cosa en su sitio.

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