E SPERO que los Reyes Magos hayan sido generosos con todos ustedes, lo que ahora es desear que, a lo largo de este año recién comenzado, todo el mundo vea razonablemente cumplidos, no ya sus ilusiones, sino la satisfacción de sus necesidades y la garantía de sus derechos. Dicho esto, esta primera columna de 2014 se la vamos a dedicar al panorama político de Andalucía, que se presenta interesante y en el que es muy posible que se decida gran parte de lo que va a ser el escenario político andaluz en los próximos años.

De una parte, el PSOE, con Susana Díaz, al frente del partido y del Gobierno autonómico, tiene que demostrar que el proceso sucesorio ha servido, no sólo como campaña de imagen, con resultados sorprendentes, a nivel nacional de la actual presidenta, sino que ha configurado también, y sobre todo un ejecutivo con capacidad, no ya de hacer de oposición al PP desde el gobierno, sino que, dentro de sus competencias, que son muchas, es capaz de dar los pasos necesarios para contribuir a la recuperación que Andalucía, como el resto de España necesita con urgencia. Aquí tenemos, entre otras situaciones de evidente gravedad, ese millón de parados, que lastra cualquier avance.

Por supuesto que la Junta, por sí sola, no puede resolver el problema pero tiene que asumir su papel en facilitar soluciones. Su verdadero papel. No el que sirve para hacer titulares.

De otro lado, el PP andaluz, parece que está en el tramo final de su propio proceso de sucesión, tras la renuncia de Javier Arenas que, hasta ahora, ha cubierto Zoido, con dignidad, pero con evidente interinidad. Los populares andaluces necesitan un referente claro que aglutine las posibilidades del partido, que son muchas. Más de una vez he escrito que el PP necesita ya un presidente o presidenta que sea también el candidato o la candidata. Pero la primera condición por ahora es la más importante, porque en Andalucía el PP tiene la lógica obligación de ser oposición, pero también tiene que poner de relieve el enorme poder institucional en sus manos con alcaldías, diputaciones y grupo parlamentario. Para poner eso en valor, y venderlo en su conjunto, se necesita a alguien que asuma el liderazgo y la coordinación de todas esas posibilidades y obligaciones políticas e institucionales, que van mucho más allá de la simple oposición. De ahí la urgencia de la dirección y las cosas claras.

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