Los que se creen Camarón

Un tal Duquende dio la 'espantá' de malas maneras en La Chumbera cuando no llevaba ni tres canciones

Tienen algunos cantaores flamencos (no son mayoría, vayamos a pollas y me llenen la bandeja de entrada de mensajes porculeros) fama de ser incumplidores, fulleros y poco profesionales a la hora de cumplir con sus contratos. No son pocos los que han elegido la 'espantá' a la hora de subirse a un escenario y cumplir con lo estipulado. El último ha sido un tal Duquende, catalán él, que el otro día, durante el Festival de Música y Danza de Granada, abandonó La Chumbera de mala maneras cuando no llevaba ni tres canciones. Según cuenta el compañero Jorge Fernández Bustos, ya de primeras llegó tarde a las pruebas de sonido. Por lo visto el público no oyó las canciones, las intuyó por lo deprisa que las entonaba. Luego se bajó sin ningún tipo de explicación del escenario y dejó al tocaor de la guitarra con la cara de portero al que le meten un gol a lo Panenka. Y es que el cantaor tenía firmado otro contrato en Málaga una hora más tarde en la vecina ciudad y quería trincar por las dos actuaciones.

Los promotores de festivales flamencos le temían más que una vara verde a Camarón de la Isla, que muchas veces acudía borracho a la cita, esnifado o simplemente no se presentaba. Una vez el añorado crítico flamenco Miguel Ángel González, para ganar tiempo, envió al periódico un artículo sobre una actuación de Camarón en Granada y llamó al diario para advertir, sabiendo cómo se las gastaba el cantaor de La Línea, que no se publicara hasta que él no avisara. Esa noche falló Camarón por no se sabe qué cuestión y el crítico llamó al periódico para decir que retiraran en artículo. Pero el conserje que recogió el recado no lo transmitió a la Redacción y el artículo salió resaltando la gran actuación del cantaor. Una pifia como muchas que se dan en los periódicos. Pero aquel era Camarón, considerado un genio porque marcó un antes y un después en el flamenco y lo abrió a públicos insospechados antes de morir a los 42 años. Los promotores lo contrataban a pesar de sus continuas 'espantás' precisamente por eso, porque era considerado un genio. El problema es cuando hay mindundis como el cantaor catalán que se creen que son Camarón.

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