Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

A cristazo limpio

En propiedad son 'Cruces petrinas', cruz hacia abajo que pidió el más entregado de los discípulos

La batalla de los símbolos, la cultural, es el nuevo territorio de batalla ideológica ahora que izquierdas y derechas tienen los bolsillos igualados y ni unos ni otros pondrían nunca en peligro ya sus cargos blindados o sus colegios elitistas para los niños.

Una guerra más de salón que de tirarse al monte a pasar frío. Nos hemos aburguesado por igual el patrón y el obrero. De ahí esta gresca iconográfica que nutre más a los periódicos que a las colas del hambre o los desposeídos de la tierra.

Y en Granada, ciudad símbolo donde las haya, siempre tenemos que dar la nota. Somos el microcosmos del mundo. Siendo una ciudad pequeña no hay guerra que se nos escape. La última, la de las aparentes cruces 'satánicas' según quien las mire. En propiedad serían 'Cruces petrinas', cruz hacia abajo que tuvo a gala pedir el más entregado de los discípulos por no sentirse a la altura de su maestro ni para el martirio. En este caso dice más la reacción del observador de su cortedad y cerrazón que el propio símbolo.

Yo mismo he pasado por la plaza estos día y sólo veía una instalación algo novedosa navideña. Será que tengo la mirada ingenua por Navidad y que cada vez busco menos razones para ofenderme por lo que sea. Será que cada vez estoy más ocupado en esta vuelta a la normalidad después de la ruina que con tiempo que perder buscándole las vueltas a las estrellas navideñas de mi ciudad.

Las pretendidas 'cruces satánicas' en liza no serían más que estrellas de Navidad de colores azulados con una estela en la parte superior que indicaría que han caído del cielo. "Caído se le ha un clavel/hoy a la aurora del seno./Qué gozoso que está el heno/porque ha caído sobre él", que dijo Góngora, hombre tan católico como culto. Pero no se puede pedir que sean gongorinos los que, católicos incluidos, se tiran al fango de este imperio del griterío con crucifijos en ristre gritándole al alcalde mismo el odio que se cultiva dentro.

La ira, tan poco cristiana, salpicó hasta al obispo. Y si me apuras, igual me alcanza a mí mismo que digo lo que pienso. Sobran bucéfalos de todo signo y falta ese espíritu de concordia tan navideño que se desprende de lo material en lo íntimo.

A todas luces y con tanto extremista de por medio, bien lo hará un alcalde al que le piden la dimisión por algo tan nimio. Hasta da risa. Que todo sea eso. País.

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