La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Las cucarachas de Moncloa

El Gobierno tiene un problema, el PSOE tiene un problema. Y profundo. Que abucheen a Sánchez es solo una anécdota

Hace tiempo que utilizo taxis, autobuses y trenes como terrenos etnográficos de investigación. En unos doy conversación; en otros me dejo llevar. No difiere mucho de ese comportamiento tan humano y ancestral de poner la oreja. Interesarse por los demás; cotillear. Qué si no hacemos cuando nos colamos en la conversación de la mesa de al lado, cuando salimos en los pueblos a tomar el fresco en sillas de enea o cuando dejamos que las historias ajenas fluyan con eco por las estructuras vacías del patio de luces. Lo hacían hasta en la Antigüedad cuando los primeros papiros y pergaminos de la historia ya nos advierten de lo relativo y movible que es lo trascendente y lo banal: lo mismo recogían grandes poemas épicos, himnos religiosos y hazañas heroicas que la vida amorosa de sus gobernantes, albaranes y facturas, actas de juicio o acuerdos de divorcio. Cuenta Irene Vallejo en El infinito en un junco que en las excavaciones del palacio de Hattusa, en la actual Turquía, hasta se encontraron varios especímenes de un curioso género literario: oraciones para combatir la impotencia sexual.

Es solo una anécdota. Un dato insignificante entre los miles que estoy descubriendo en su tratado sobre la invención de los libros; ese periplo fascinante por el mundo antiguo que tanto tiene de moderno cuando la ensayista atraviesa los laberintos del tiempo y nos conecta a Alejandro, Aristóteles, Tito Livio, Safo o Séneca con el activismo feminista, la colmena de internet, el fenómeno fan o la posverdad. Una obra inmensa que se construye sobre experiencias y vivencias sin aparente importancia que se termina leyendo con la voracidad de un best-seller.

Mis "cucarachas de Moncloa" tienen demasiado poco glamour para estar en su libro (¡me encantan las palabras cuyos sonidos taladran el sentido último del significado!) pero comparten la función simbólica, de síntesis y explicación de muchos de sus pasajes. Es una ocurrencia impagable de un pasajero del AVE a Madrid: estaba tan alterado, gritó y repitió tantas veces "¡qué se han creído estas cucarachas!", que no pude dejar de escuchar hasta que hice el puzle de su conversación: el Gobierno acababa de anunciar la regulación del alquiler. Nada que no pudiera contrarrestar con un efusivo "¡menos mal que vivimos en Madrid!".

Moncloa tiene un problema; el PSOE tiene un problema. Y profundo; más allá de que a Pedro Sánchez lo abucheen el Día de la Hispanidad... Pero, ojo, no por gritar más ni ser más soez se lleva la razón.

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