En Andalucía se celebran corridas de toros autorizadas sin ningún problema, recordemos este puente del Pilar o de la Hispanidad las desarrolladas el 8 y 9 en la llamada "Gira de reconstrucción" en Antequera, el 11 en Fuengirola o el 12 en la Plaza de Toros Los Califas de Córdoba.

Los bares y restaurantes abiertos, donde evidentemente se come y se bebe sin mascarilla. Las entradas de la Alhambra agotadas, como anunció el propio equipo gestor. El Albayzín parecía el Día de la Cruz, no se podía dar un paso del turismo masivo que llenaba calles y plazas.

Pero la culpa del desastre de la pandemia es de los laboratorios, bibliotecas y clases presenciales de la Universidad de Granada, por lo que hay que prohibirlas durante al menos quince días mientras todo lo demás permanece abierto y así solucionaremos el problema. Es justamente lo contrario de lo que están haciendo en Europa. La Rectora ha manifestado su protesta y desacuerdo con esta medida así como los Decanos de las Facultades y los Amigos de la Universidad.

Se pone en un platillo de la balanza la salud y en el otro la economía, y se decide que pague los platos rotos otro. Ante un conflicto de difícil solución una salida clásica para aplacar los ánimos indignados es inventar un culpable, y la ciencia y la cultura han sido siempre buenos candidatos, desde la antigüedad hasta nuestros días. Pero culpabilizar a un colectivo también significa un ataque a su prestigio e imagen conseguida con esfuerzo a lo largo de los siglos y que después cuesta muchísimo recuperar.

Debemos exigir a los responsables de la sanidad en nuestra comunidad seriedad y responsabilidad. Fijarse en los modelos europeos y no ceder a las presiones de sectores empresariales y económicos, cuyos intereses son opuestos a los que serían necesarios para controlar y reducir la pandemia. Mirar por el bien común por encima de todo y no crear cortinas de humo, enfrentamientos con otras administraciones, ni buscar falsos culpables.

El turismo masivo, en el que se ha basado buena parte de nuestro modelo económico, las celebraciones, las reuniones familiares, los botellones, los espectáculos de grandes concentraciones de personas, de todo eso es necesario concienciar a la población de su peligro, controlarlo y evitarlo.

Salir de la pandemia también significa superar los problemas que arrastramos históricamente, diversificar nuestro modelo económico, aprender a dialogar y a acordar con el contrario, priorizar en lo verdaderamente necesario y urgente. Si no somos capaces de transformarnos, en la próxima pandemia se repetirá la historia, ¿otra vez tendrá Hipatia de Alejandría la culpa de todo?

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