España asume el reto de acoger en un mes la cumbre del clima de la ONU, cancelada en Chile por las protestas sociales de estos días. Se espera que asistan unas 25.000 personas y se van a abordar decisiones para concretar planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero que son los que contribuyen al calentamiento global.

Una vez que se ha conocido la aprobación definitiva de este cambio de sede por parte de la ONU, es evidente que vamos a tener ocasión de vivir en primera fila un debate de enorme calado para el futuro de la humanidad. Y será una extraordinaria oportunidad para hacer un esfuerzo mayor en conseguir compromisos públicos reales que permitan avanzar en nuevas formas de producción que paulatinamente nos lleven a una economía verde y sostenible; también, una oportunidad para incrementar la conciencia ciudadana en relación a este desafío.

La cuestión de la lucha frente al cambio climático pone de nuevo de manifiesto que muchos de los desafíos actuales son de naturaleza global. Son circunstancias que requieren esfuerzos colectivos de todos los países para remar en la misma dirección. Y es evidente que, ante la ausencia de fórmulas eficaces de gobernanza global, el cruce de intereses económicos en juego condiciona las respuestas.

Pero siendo este un condicionante real que hace menos eficaces las medidas, también es cierto que la globalización de la información y de las conexiones entre diferentes sociedades, ha hecho posible un crecimiento muy potente de la conciencia de la ciudadanía en la mayoría de países y hemos asistido así a un movimiento ciudadano interconectado, que reclama cambios reales del actual modelo productivo.

Hemos visto en las últimas semanas importantes y significativas movilizaciones que han encontrado en los más jóvenes un enorme eco social; esto augura un gran potencial para exigir a las autoridades mayor compromiso con las medidas acordadas en las distintas cumbres internacionales, celebradas hasta ahora bajo el manto de la ONU.

Y estamos asistiendo a iniciativas de investigación y de inversión pública para el control de emisiones de gases de efecto invernadero que suponen un potencial para el crecimiento económico y, por tanto, un yacimiento de nuevos empleos; esto alumbra un nuevo modelo económico compatible con la sostenibilidad ambiental que caracteriza a los objetivos que pretende la nueva economía verde.

Si finalmente la cumbre climática viene a España, será una buena ocasión para propiciar que nuestro país camine en la vanguardia de un mundo mejor y podamos ver medidas tangibles para el bienestar de nuestra sociedad.

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