Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

La curva del odio

Algunos han salido de los toriles domésticos contra el mundo y, más claro, en contra de este gobierno

Del calor humano de los aplausos nos quedamos con este agrio resonar de cacerolas. Hubo unas semanas de convivencia silenciosa pero ahora solo tenemos esta incómoda protesta cada tarde para recordarnos que algunos, muchos, están muy cabreados y aún en casa a pesar de que nos han soltado controlados, claro pero, algunos han salido de los toriles domésticos contra el mundo y, en concreto, contra este gobierno, más claro.

Es facil deducir que cualquier partido las habría pasado canutas para gestionar este caos de virus sobrevenido. Pensar lo contrario es no haber superado aún el trauma del encierro y entretener la mente con política ficción, a la cual somos tan aficionados. También tenemos pasión por jugar a acertar la quiniela los lunes (en acertada y gráfica frase del ministro), a toro pasado y cuando ya sabemos el resultado de los partidos. Esto es como lo del currelas cavando en la zanja: todos los jubiletas que le miran y opinan sobre la eficacia de su esfuerzo se creen verdaderos expertos pero sin haber cavado una zanja en su vida. Así estamos.

En esas semanas en que nos jugamos la vida y casi perdimos la bolsa pero nos pensamos la vida entera, se han visto las costuras de unos y otros mientras que el pueblo-pueblo, esa masa informe rica-pobre que sufre y padece pero que es la que respira y mantiene el día a día, ha resistido. Mientras que ese espíritu de trinchera se mantenía, los populistas a izquierda y derecha, con coleta o con barbita, los de morado o los de verde fosforito, han afinado sus herramientas de manipulación mediática, que es lo lo que mejor saben hacer. El grito, el insulto, la generalización y el estereotipo son sus armas mejor aprendidas, además de la uniformidad mental y el espíritu de combate de célula o de fascia redentora. Nada mejor que una masa amedrentada, de nuevo, para gestionar sus miedos y recelos, contra el hambre o contra el liberticidio. Tal para cual, sea con banderas españolas o republicanas, pero siempre con esa actitud matona de desahogo en la calle con músicas de fondo de Quilapayún o del Novio de la muerte.

Volvemos a la polarización mientras los problemas crecen en este caldo de cultivo perfecto de paro y cierres por doquier, como en la anterior crisis de la que, como siempre, salimos a base de paciencia y oídos sordos a tantos desatinos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios