Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

El dardo en la salud pública global

La causa de esta pandemia es, como las otras, la mezcla carente de controles sanitarios de animales y humanos

La magnitud de las diversas consecuencias que traerá la pandemia que estamos viviendo debería conllevar cambios considerables en el funcionamiento y organización de nuestras sociedades. Aunque hoy en día el centro de atención está en la gestión de la urgencia sanitaria, en los próximos meses, mucho antes de que seamos conscientes, se decidirá cómo será nuestro mundo para los próximos años.

Esta pandemia comparte causas con el otro gran desafío global: el cambio climático. Ambos tienen su origen en sistemas sociales de producción organizados para maximizar beneficios y no para satisfacer las necesidades humanas. Por ello, se generan enormes cantidades de excedentes, se destruyen hábitats naturales, se invaden los espacios vitales de numerosas especies animales y se generan unos costes en términos de gases contaminantes incompatibles con la salud y la vida.

La causa directa de esta pandemia es, como las otras que hemos tenido en este siglo, la mezcla inadecuada y carente de controles sanitarios de animales y personas en mercados y granjas industriales de lugares superpoblados del mundo. En esos lugares, y bajo esas condiciones, está garantizada la transferencia de virus desde sus reservorios naturales al ser humano. Y, por otra parte, no nos hubiéramos enterado de la existencia del coronavirus si no fuera porque, en nuestro mundo, China y otros muchos de esos lugares ya no son el lejano oriente, pintoresco y distante, sino que la globalización los ha traído a nuestro vecindario.

Esta globalización podría haber sido distinta, mejorando radicalmente las condiciones laborales, sociales, ambientales y sanitarias en esos lugares, de modo que no representaran una amenaza vital para nuestras sociedades. Esta pandemia debe ser una señal clara y rotunda de que nuestros modos de producción y nuestra organización económica y social actual nos conducen al desastre.

La poderosa minoría detrás de la globalización neoliberal tiene ya en marcha su poder político, económico y mediático, para hacernos creer que la solución a esta pandemia y las que vengan será tener más respiradores, más mascarillas, más camas de cuidados intensivos o más vacunas. Todo eso es necesario para frenar la emergencia, pero no aborda las causas y no resolverá el problema. No necesitamos más «detectives de enfermedades», esa nueva profesión de países asiáticos. Es hora de convertir la enorme respuesta solidaria y comprometida que estamos viviendo en una sociedad renovada. Porque otro mundo es posible.

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