En tránsito

eduardo / jordá

L o decidirán los ciudadanos

HACE poco, un periodista le preguntó a la secretaria general de Podemos en Sevilla si suprimiría la Semana Santa, llegado el caso de que alguna vez llegase a gobernar la ciudad. Begoña Gutiérrez le respondió enseguida con esta frase: "En Podemos todo lo decidimos los ciudadanos y los ciudadanas. Si se llegara a plantear esa cuestión, serían ellos quienes lo decidirían". Como es natural en una ciudad tan mariana y cofrade como Sevilla (aunque muchos de sus habitantes no lo seamos), la respuesta ha generado una gran polémica, hasta el punto de que Begoña Gutiérrez ha tenido que retractarse.

El tema es interesante por varios aspectos. El primero es la terrible ingenuidad que ha demostrado esta recién llegada a la política al no detectar lo capciosa que era la pregunta. Cuando a alguien le preguntan estas cosas, lo más sensato es contestar que no es quién para autorizar o prohibir nada, o bien salirse del paso con una respuesta ambigua. Pero Begoña Gutiérrez sólo supo responder usando el catecismo que se tienen aprendido de memoria todos los militantes de Podemos, que a menudo parecen estudiantes aplicados que se están preparando un grueso temario de oposiciones. Y lo mismo que responden a cualquier pregunta con las inalterables alusiones a la "casta" o al "régimen corrupto del 78", también repiten siempre, sea cual sea el tema que se les plantea (el separatismo catalán, la permanencia de la monarquía, la financiación de un Estado casi en quiebra, o ahora la intocable Semana Santa), la vaga referencia retórica a que eso lo decidirán en su momento los ciudadanos (y las ciudadanas, por supuesto, porque Podemos cultiva los tics progres del desdoblamiento de género). Y es que en Podemos han llegado a creerse que todos los temas, por complejos o delicados que sean, pueden ser sometidos a votación, sin percatarse de que eso encierra muchos peligros. Marine Le Pen, por ejemplo, propone reinstaurar la pena de muerte en Francia. Y según el método de la democracia participativa de Podemos, esa barbaridad también la tendrían que decidir los ciudadanos. ¿Y qué pasaría si ganase el sí en un referéndum?

Es decir, que los militantes de Podemos parecen gente seria y honesta, pero demuestran tener una pavorosa falta de preparación política (incluyendo a sus líderes máximos). Y al otro lado, como alternativa, están los apparatchik de los partidos tradicionales, atrincherados en su búnker y aferrados a sus privilegios. Mal asunto.

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