Habitualmente las declaraciones de los futbolistas después de un partido pueden ser transcritas incluso sin necesidad de preguntarles. Yo diría que si no fuera porque no todos salen a manifestarse y hay que esperarlos en la zona habilitada para las declaraciones, pues daría lo mismo el que fuera. Podríamos arriesgarnos a escribirlas con los ojos cerrados, sin que abrieran la boca, sin que salieran del vestuario. Vamos que son la quinta esencia de la nada, lo más puro de lo vacuo. Tan solo hay que saber el resultado del partido, cómo les fue y para el lado que cayeron los humanos errores del árbitro y ya podemos completar todas las declaraciones. Tiramos de manual. Empero todo ello sirve para rellenar muchas horas de radio y televisión, algunas páginas de papel, cientos de webs. Todo hasta el siguiente partido (ya saben, partido a partido). En todo ello no veo más que un reflejo de la opulenta sociedad en que vivimos. Sociedad que se mira el ombligo preocupada de si aquello fue penalti y le dedicamos horas y horas mientras "gastamos" unos minutos en la pobreza de buena parte del mundo. A lo mismo con la implantación del VAR (Video ARbitraje) tenemos más tiempo para esas preocupaciones menores.

De las escasas declaraciones que se salen del manual tedioso futbolero están las de Gerard Piqué Bernabéu (ya es casualidad que su segundo apellido sea precisamente ese). Este señor, del que admiro su buen hacer futbolístico y su contribución a los triunfos de la selección española, hace unas declaraciones que se salen de lo habitual porque obviamente no se refieren solo al fútbol. Y además las hace con palabras correctas y con buen sentido, independientemente de que se comparta su opinión o no.

Y resulta que mucha gente se rasga las vestiduras y le dice que se calle y se dedique a lo suyo. Gente que luego puede escribir en los medios lo que quiera o estar en tertulias y soltar lo que le dé la gana sin saber mucho de muchas cosas. Gerald Piqué Bernabéu se equivoca, como todo humano, cuando solo ve con sus colores y dice que tal o cual abogado o fiscal son del eterno rival. Lo verdaderamente increíble es que la réplica sea que era otro abogado o fiscal que es de un tercer equipo. El dedo de Piqué apunta al palco y resulta que algunos se quedan mirando al dedo. Tomemos nota: los poderosos, en el palco y en cualquier otro lugar, sólo hablan de fútbol. Vale.

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