Durante los últimos meses han sido diversos los episodios viralizados en los que los repartidores de comida a domicilio han sido protagonistas. Los últimos tuvieron lugar durante el paso de Filomena, cuando había quienes aún eran obligados a seguir repartiendo pedidos pese a que el temporal, en algunos puntos del país hacía casi imposible que se pudiera circular o siquiera andar por la calle. Ayer, los riders de Glovo de Granada dejaron aparcadas sus bicis para clamar contra la precaria situación que viven y que, con los últimos cambios que han sufrido -se les ha bajado la comisión por reparto-, se ha agudizado aún más. Es muy cómodo llamar por teléfono o usar un app y que, en un día de lluvia o de mucho calor, sea otro el que se moje o se derrita por traerte la comida. Porque, claro, todos tenemos derecho a comer, pero el caso es que ese repartidor también lo tiene y sin una comisión digna, no podrá ejercer ese derecho que hay quienes acaparan para justificar lo que la gran mayoría de las veces es injustificable. Y la dignidad también es un derecho. Que no se nos olvide.

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