Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

La desnudez

Desde Roma todo es un Guadiana del tapar o mostrar, del ver y del no querer ver lo más natural

Ahora que es invierno y que vamos todos embozados, la desnudez del cuerpo destaca aún más. De hecho, la cantidad de centímetros a cubrir o a destapar define la calidad poder que nos determina.

Con el neopuritanismo de las redes sociales descubrimos los avances de la vieja Europa frente a aquel pastiche americano que tiene un poco del estiramiento inglés, del moralismo holandés y puede que hasta del estetismo francés. Lo percibí de cerca cuando recientemente compartí un post del cuadro El origen del mundo. Muchos me comentaron la suerte que tenía de que los censores de la red no me bloquearan la publicación de una imagen cuyo potencial provocador parece que aún perdura, un siglo después. El arte y sus libertades frente al capitalismo virtual de colorines.

La batalla del pezón le llamo yo a la pugna en esa red y en otras entre, por un lado, los que no vemos nada malo en que se vea un pecho o un trasero masculino o femenino y los que ven inmoral nada menos que hasta la imagen de una madre dando de mamar a su hijo. Cómo están las mentes.

En mis primeros viajes a Alemania, el país donde todo es posible dentro del orden, me sorprendía ver que en mitad de cualquier ciudad tipo Friburgo o Munich, en cuanto salía un rayo de sol, tenías un lago en mitad de la urbe o aquel adorable Englischer Garten cuajado de gente esparcida por el césped que, sin perder un segundo, se despelotaba literalmente. De este modo, recuerdo desde aquel adolescente educado entre los Maristas y los Salesianos que yo era a unos oficinistas paseando muy trajeados entre grupos desnudos tumbados al efímero sol del mediodía. Recuerdo también que una mujer requetetapada al estilo árabe que por allí paseaba se acercó al río a mojar un pañuelo para limpiarle la cara a su hija. Éste se le cayó y una señora rubia, toda ella nudista, se lo alcanzó. Al mirarse se sonrieron con simpatía, gratitud e inocencia desde las antípodas del pudor. Elocuencia sin palabras.

Me dio entonces por pensar si ese 'vive y deja vivir' sería posible en mi terruño del sur. Quita, quita, me dije. Igual que me digo ahora, treinta años después. Porque, con esto de la desnudez, desde Roma todo es un Guadiana del tapar o mostrar, del ver y del no querer ver lo más natural.

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