La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

¿Ha despertado la Universidad?

Por encima de "casos aislados", lo que ya sabemos es que la Rey Juan Carlos es un chiringuito. ¿Hay más?

Acaban de cumplirse tres años de la muerte de Aylan, el niño sirio que falleció en las costas turcas y se convirtió en el rostro de los miles de menores que intentan cruzar el Mediterráneo huyendo de la guerra y la pobreza de su país. Save the Children calcula que más de 600 pequeños han perdido la vida en esta misma zona desde entonces, pero ningún otro Aylan ha ocupado las portadas de los periódicos ni se ha vuelto a hacer viral en las redes sociales. Su foto fue, sin embargo, un punto de inflexión para toda Europa -aunque sigamos sin ser capaces de dar una respuesta al desafío de la inmigración- y continúa desempeñando su cometido. Es el valor de la excepción cuando nos ayuda a situar el debate y a entender el contexto; cuando se cuela en el imaginario colectivo como símbolo de una situación aislada que no siempre lo es.

Recurro a la imagen de Aylan para llevar el foco a la Universidad. A las de verdad y a los chiringuitos que durante años se han camuflado dentro del sistema sin apenas resistencia. A las necesarias y a las que se han forjado a la sombra de los nacionalismos más provincianos. A todos nos interesa que la actual crisis de los másteres, incluida la chapuza del presidente Sánchez con su tesis, sean situaciones excepcionales como aseguran los rectores reivindicando el prestigio de la Universidad y pidiendo a los políticos que no la utilicen como arma arrojadiza.

La propia rectora de la UGR, Pilar Aranda, insistía en este mensaje en la entrevista que hemos publicado en este diario con motivo del arranque oficial del curso: "Que por casos aislados se desprestigie la Universidad me parece, en una palabra, impresentable".

Lo es. Pero la autocrítica debe ir más allá. Porque lo que realmente cala en la opinión pública -bien lo sabemos los periodistas- no es lo positivo y lo que funciona bien sino lo "cutre" -como tan acertadamente ha calificado Pablo Iglesias la tesis del presidente-, lo que distorsiona, lo que alerta de las disfunciones del sistema y levanta las alfombras.

No termino de entender el valor excepcional que para un ministro puede resultar tener un máster. Ni por qué se va a traducir en más competencia, resolución y acierto. Estábamos acostumbrados a ver cómo los cargos públicos se esforzaran en esconder sus bienes patrimoniales -para parecer gente del pueblo y ciudadanos entregados a la cosa pública- pero no sé en qué momento se desató la fiebre por la formación. Corrijo: por los títulos. Una parte del problema es suyo, pero otra parte es compartida. ¿Queremos a los mejores? Pues seamos consecuentes: asumamos que las instituciones públicas deberán competir con sueldos altos y condiciones atractivas y no nos alarmemos cuando conozcamos los detalles.

Sobre la titulitis y la preparación, hay otra cuestión espinosa que no es fácil de asimilar: se puede ser brillante y mal gestor -¿Pedro Duque responderá a las expectativas?-. Puedes ser un cerebrito, tener dos carreras, tres idiomas y varios másteres y ser incapaz de formar un equipo que saque los proyectos adelante. Lo normal es que la preparación académica se traduzca en una mayor competencia profesional. Pero vuelvo a los casos aislados: al final son tan importantes o más que las tendencias por cuanto nos despiertan del letargo. ¿Se ha despertado la Universidad? Y no sólo los equipos de gobierno y los rectores...

Sinceramente creo que es bueno que se haya movido el árbol de la complacencia y el falso corporativismo. Admitamos que hemos dejado entre todos que se infle la burbuja universitaria, aunque sea por inacción. Hasta creo que es buena cierta generalización para que nadie se sienta seguro en su reino de taifas ni ajeno al escándalo. Nos guste o no, lo que estamos comprobando estas semanas es lo que muchos intuían y bastantes sabían: que la Rey Juan Carlos -por ejemplo- es un chiringuito y ni siquiera podemos contar con el parapeto de decir que es privada... ¿Hay más? ¿Se atreve la Universidad española a averiguarlo?

Es poco probable que la caída de Cifuentes y Montón vaya a continuar con la de Pedro Sánchez y Pablo Casado. No importa. Porque da igual si los "casos aislados" son dos o cuatro. La clave, una vez más, es el long tail...

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