Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El deterioro de un servicio

Los trenes y en especial los AVE han pasado de ser un modelo de eficacia a todo lo contrario

Algo se rompió durante la pandemia y después nada ha vuelto a ser igual. El servicio ferroviario español, en especial sus líneas de alta velocidad, ha pasado de ser un modelo de eficacia a un problema para miles de viajeros que pagan precios cada vez más alto pero que cada vez reciben a cambio un peor servicio. ¿Las razones? Nadie parece tenerlas muy claras porque el que tenía que darlas, la empresa que opera en régimen casi de monopolio, no se prodiga demasiado. Pero se apunta por los que saben de la cuestión a retrasos en la llegada de material por la crisis de las cadenas de suministro, en la falta de personal cualificado sobre todo maquinistas o la obsolescencia del material que se está utilizando.

Lo cierto es que lo hasta hace dos años nos dejaba admirados por las altas prestaciones que daba y la puntualidad que garantizaba es ahora motivo de quejas para unos viajeros que no ven satisfechas ni de lejos sus expectativas. Sólo hay que pasar un par de horas en la sala de embarque de la estación de Atocha cualquier tarde a una hora de máxima afluencia para imaginarse sin mucha dificultad en un aeropuerto de un país tercermundista en día de evacuación masiva por un conflicto bélico o algo similar. Masificación absoluta, puertas que se anuncian en el último minuto y que colas interminables es lo menos a lo que se puede enfrentar. Y luego ya en el tren tendrá suerte si no se produce un parón inexplicable e inexplicado en pleno secarral manchego o no se estropea el aire acondicionado y llega a su destino, cuando llegue, al borde de un alipori.

Parece que volvemos a la Renfe de los años cuarenta y cincuenta que toda España se tomaba con estoica resignación y que era fuente de chistes para La Codorniz por sus retrasos constantes y su pésimo servicio. Cuando llegó el primer AVE, hace ahora treinta años, el ferrocarril español dio un enorme salto cualitativo que se ha mantenido a largo de todos estos años. El deterioro actual se produce en un momento el que parece que los servicios públicos, desde la atención primaria en la sanidad hasta el mantenimiento de las infraestructuras, empeoran ante la inacción de las administraciones responsables, sean estatales, autonómicas o locales.

En los trenes y en especial en los AVE se está viendo con mayor claridad porque la bajada de calidad ha sido muy intensa y en un periodo de tiempo muy reducido. Ha coincidido, además, con la apertura de esas líneas -por ahora las de Barcelona y Valencia y pronto la de Sevilla- a empresas privadas que compiten en precios y horarios, con lo que la operadora estatal se estaría pegando un tiro en el pie. Todo un símbolo.

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