Cámara subjetiva

Ángeles Mora

Un día de campo

ESPAÑA ha entrado ya oficialmente en recesión, cuando hay overbooking de escándalos y malas noticias. Hasta el largo invierno ha entrado en recesión y en vísperas de San Valentín se empieza a anunciar la tan deseada primavera. No nos vendrá mal el solecito ahora que estamos más bien en la calle.

Y la primavera política anuncia muchos sarpullidos, quizá alérgicos. Los políticos son alérgicos a muchas cosas, pero sobre todo a los jueces y las investigaciones. Se veía venir que la Comunidad de Madrid, con sus espías a cuestas, iba a investigarse a sí misma con mucho amor y tiento, como está haciendo. Aguirre entró en la Comunidad por la puerta falsa. Pero con el tremendo desparpajo de los de arriba, entre risas socarronas, decisión y poderío, se ha hecho dueña y señora del cotarro. Madrid se ha convertido en la finca de doña Esperanza, que camino de privatizarlo todo, se ha privatizado su autonomía. Más madrileña que nadie, sigue impávida con el lema que dicen les enseñó a los madrileños el alicantino Arniches: "Viva Madrí que es mi tierra" o con el también castizo: "De Madrid al cielo" (que, con ironía, transformó precisamente su pariente, el poeta Gil de Biedma, en "De aquí a la eternidad", título de uno de sus más famosos poemas, dedicado a Madrid). Pues eso dice la señora: De aquí a la eternidad, Dios mediante.

También se veía venir que las investigaciones del juez Garzón a ciertos cargos del PP y gente cercana al partido, por corrupción, iban a traer cola esta primavera. La cosa no ha hecho más que empezar y ya se ha embarrado bastante. Culpa del solecito de marras que es quien despierta las ganas de disfrutar del aire libre.

Que Garzón y Bermejo coincidieran, tan inoportunamente, en una cacería ha levantado la piedra del escándalo. Y eso que el organizador, un secretario local del PP, ha dicho que fue algo casual y que él sólo había querido preparar un día de campo con amigos. Pero nada vale para quien necesita escandalizarse. Garzón ha sido recusado por el aparato del PP, reunido solemnemente ante las cámaras y los flashes de los fotógrafos. Hay que pararlo. Al ministro Bermejo se le pide su dimisión. Ridículo. Como si Bermejo y Garzón tuvieran que irse de cacería para hablar.

El escándalo, lo sabe bien el PP, está en sus propias carnes: la trama de espionaje y demás corruptelas. Por eso resultan cada día más esperpénticos. Cuando Garzón investigó al PSOE todos ellos lo ensalzaban. Ahora es el enemigo a batir. Una auténtica pieza de caza en el campo de esta primavera.

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