El día de mañana

Por mucho que nos engañemos esperando un milagro de última hora, lo que nos espera en otoño se parece mucho a una pesadilla

Un día de noviembre de 1935, en el hospital Sao Luis de Lisboa, Fernando Pessoa anotó en un papel, con letra que empezaba siendo muy clara y terminaba siendo casi un borrón: "I not know what tomorrow will bring", es decir, "No sé lo que me traerá el día de mañana" (Pessoa había vivido en Sudáfrica y tenía el inglés como segunda lengua; y quizá, en aquel momento, ya no distinguía el inglés del portugués, su lengua materna). Al día siguiente, un 30 de noviembre, Pessoa murió de un "cólico hepático", una patología asociada a la cirrosis, ya que era un alcohólico solitario que nunca perdía la compostura, como bien sabían los camareros de A Brasileira o del Martinho da Arcada. Supongo que Pessoa sabía bastante bien lo que le esperaba -nada bueno, por supuesto-, pero esa frase dejaba un leve resquicio a la esperanza. Mínimo, dudoso, pero allí estaba: "No sé lo que me traerá el día de mañana".

No dejo de pensar que esta frase de Pessoa es la mejor descripción de lo que casi todos nosotros estamos viviendo en estos últimos días del verano. Por mucho que nos engañemos esperando un milagro de última hora, lo que nos espera en otoño se parece mucho -demasiado- a una pesadilla. La mayoría de hoteles tendrán que cerrar a finales de agosto, lo que dejará en el paro a miles de trabajadores, y el comercio se ha derrumbado por completo. Tan mal están las cosas que hasta el Gobierno central, tan propenso al optimismo delirante, ha reconocido -con la boca pequeña, eso sí- que necesita un anticipo del rescate europeo porque no hay dinero en las arcas públicas. Y por si fuera poco, sólo un 5% de los 800.000 solicitantes del Ingreso Mínimo Vital han podido cobrarlo hasta ahora (y eso significa que hay miles y miles de familias que deben vivir de la caridad ajena). Por descontando que no somos el único país que vive esta situación: el Gobierno de Kuwait -¡el país de los petrodólares!- acaba de anunciar que en octubre ya no podrá pagar los salarios públicos. Pero nosotros nos enfrentamos, además, a los rebrotes del coronavirus y a un inicio tan complicado del curso escolar que es muy probable que los niños tengan que quedarse en su casa. En estas condiciones, lo mejor será disfrutar -si podemos- de lo poco que nos queda, y al igual que Pessoa en el hospital de Sao Luis, procurar no pensar demasiado en lo que nos pueda traer el día de mañana.

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