La chauna

José Torrente

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Ocho días

Dar ocho días a Maduro para convocar elecciones limpias es como pedirle al VAR que revise el penalti a Vinícius

El presidente Sánchez se rebela contra Maduro en intensidad directamente proporcional a la que Podemos defienda al bolivariano. Se imagina Pedro lo mal que le iría si indispone a su gobierno contra Pablo Iglesias, el otro embajador en España de Venezuela. Y ordena poca prisa. Más bien activar el freno.

De ahí la cautela, que él y Borrell convierten en excusa, de poner a la UE por delante. Como si España y Latinoamérica no tuvieran pocos motivos en la historia como para no tener que esperar anuencias ajenas. EEUU, Canadá, Brasil, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador o Perú, no dieron tantas vueltas para reconocer a Juan Guaidó como presidente en transición. Macron y May se ve que no son europeos tan cautelosos como Pedro, porque se lanzaron raudos a la causa de la libertad de los venezolanos, con la misma rapidez con la que aprestaba aquella su mucha hambre y su escasa libertad. El gobierno español, inexplicablemente, es más renuente.

Cuando Pedro era sólo eso, Pedro Sánchez aspirante del PSOE a presidente, lo tenía más claro que hoy, ya habitante de la Moncloa. Entonces no necesitó ocho días para decir a Nicolás lo que es: un sátrapa. Ante Lillian Tintori dijo que ni aceptaba presos políticos en Venezuela ni a un tirano secuestrándoles la democracia. También acusaba a Podemos de ser "miserables" haciendo declaraciones públicas a favor del régimen bolivariano. Era Pedro quien hablaba, alter ego del presidente Sánchez, con el que se volverá a encontrar en pocos meses, apenas podamos votar los españoles.

Al gobierno de Venezuela se le mira con los ojos de cierta condescendencia por parte de nuestro Gobierno, a pesar del desastre social que vive, empezado por Chávez y rematado por Maduro. Dar ocho días al gobernante comunista para convocar elecciones limpias es como pedirle al VAR que revise el penalti a Vinícius. Además, es reconocer tácitamente la autoridad del ilegítimo Maduro. Será para no dejar mal a ZP, el contador de nubes que, de vez en cuando, también hace de intermediario peculiar pues habla bien solo del sátrapa, y siempre mal de la oposición caraqueña.

A los dictadores hay que declararlos y negarles el ejercicio del poder. Es lo que haría Sánchez, sin esperar a la UE, si Maduro se llamara Franco o Pinochet. Del gobierno de España se esperaba más euforia a favor de Guaidó, y de garantizar los derechos humanos en Venezuela. Pero ya se ha encargado el Presidente de olvidar lo que antes exigía Pedro Sánchez.

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