el termómetro

Enrique Novi

Con dios de nuestro lado

NO se cuentan los muertos cuando dios está de tu lado. Y no haces preguntas cuando dios está de tu lado. La canción de Dylan resulta reveladora escuchada ahora, 47 años después de ser escrita. La guerra que comenzó con la caída de las Torres Gemelas comenzó a perderse el mismo 11 de septiembre de 2001. Y los que la estamos perdiendo somos los ilusos que creímos en la justicia y en la legalidad internacional. En primer lugar empezamos a perderla en el momento en que confrontamos seguridad y libertad, estableciendo una relación inversamente proporcional entre ambas. Seguimos perdiéndola cuando proclamamos ufanos la superioridad de nuestros valores sobre los del islam. Y hemos terminado de perderla cuando hemos pisoteado esos principios que se supone que hacían preferible nuestro sistema de libertades a los totalitarismos, para convertirnos en uno de ellos, el más fiero. Occidente ha escogido la vía del neoliberalismo que privatiza los beneficios mientras socializa las pérdidas; ha preferido renunciar a la justicia para recrearse en la venganza, que es lo menos parecido a la justicia. Ha escogido responder al fanatismo con la misma sinrazón fanática que sus atacantes, y así, apelando a dios y a la revancha ha acabado por convertirse en el peor de los fanáticos. Así es como la razón ha perdido esta guerra.

Obama y su equipo pueden estar orgullosos de una hazaña que le ha reportado varios puntos de subida en popularidad en los sondeos. En Europa todavía se escuchan algunas voces discordantes, aunque abocadas a ser enterradas por el ruido de la algarabía estadounidense y la connivencia de unos dirigentes sin fuerza, incapaces de plantear propuestas que generen cohesión, más preocupados en rendir pleitesía a los voraces mercados que en revertir la creciente desafección de los ciudadanos hacia el proyecto común europeo.

Un ejemplo lo tenemos en Zapatero, que se ha permitido el lujo de enviar una felicitación al pistolero americano por su resolutiva acción criminal. Y se ha sacudido las fundadas protestas del diputado Llamazares, que exigía la aplicación de la ley, con sus garantías judiciales el muy ingenuo, alegando que su postura es minoritaria. Señor presidente, ¿honestamente considera que la justicia es una cuestión de mayorías? Hasta los criminales nazis, con millones de asesinatos a sus espaldas, tuvieron su juicio en Núremberg. Ahora en cambio se argumenta desde el poder la legitimidad de la tortura sin que ni la oposición, ni la población ni la intelectualidad su subleve. No sé cual es el lugar al que se dirige Occidente con dios de su lado, pero sé que, sea el que sea, este lugar es peor que el sitio de donde viene.

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