Con no poca frecuencia, en nuestras tertulias y reuniones sociales, escuchamos diversas opiniones acerca de la inmigración ilegal que llega a nuestras costas en pateras. Acomodados en nuestro lugar privilegiado de primer mundo emitimos opiniones con cierta ligereza acerca de cuestiones relacionadas con este tema como: quejas relacionadas con la avalancha de inmigrantes que llenan nuestras calles de puestos de venta ilegal, esa falsa percepción que muchos expresan de que los inmigrantes nos roban el trabajo, relacionar este flujo migratorio en determinadas ciudades con el aumento de la delincuencia y la mendicidad e incluso opiniones racistas y xenófobas que con demasiada frecuencia escuchamos en nuestro entorno y que no siempre están relacionadas con ideologías de ultraderecha. Todo ello sin contar con las fórmulas mágicas que 'casi todos' tenemos para poner 'coto' y frenar esta inmigración que se nos antoja imparable.

Las cifras son demoledoras: 2.100 pateras llegaron a nuestras costas en 2021, en la mayor parte de los casos con menos personas de las que iniciaron la travesía, lo que supone más de 4.400 personas fallecidas a lo largo de este año. Una media de 12 personas fallecidas al día. Estos son los datos oficiales, pues desconocemos cuántas de estas embarcaciones han desaparecido en el mar sin dejar supervivientes. Es muy importante conocer estas cifras y no ocultarlas, ni maquillarlas, porque sólo conociéndolas, se podrán cambiar.

Detrás de cada una de estas personas fallecidas y de las que consiguieron llegar a nuestras costas hay una historia personal y familiar a menudo con penurias derivadas de las guerras, de la persecución política en regímenes dictatoriales, del cambio climático que ha generado más pobreza y de la violencia machista. Imaginaos, las situaciones tan dramáticas, que empujan a adultos, niños de corta edad e incluso mujeres embarazadas a abandonar su tierra y a realizar esta travesía suicida, buscando mejores condiciones de vida.

Es imposible poner fronteras a seres humanos que buscan una vida más digna y muy probablemente por ello este flujo migratorio sea imparable, a no ser que las condiciones de vida mejoren en los países de origen de los migrantes, cosa que hoy por hoy parece poco probable.

Antes de opinar sobre la inmigración en pateras reflexionemos teniendo en cuenta las cifras mencionadas y pensando que tras la frialdad de estas, hay personas con sus historias y sus aspiraciones a una vida mejor, igual que cualquiera de nosotros. ¿Acaso no tienen el mismo derecho?

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