Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

A las duras y a las maduras

Ahora que, tras 44 años de matrimonio, Theresa May ha comenzado a dar los primeros pasos para formalizar el divorcio más caro de la historia -25.400 millones si es amistoso y 65.100 millones si el pleito acaba mal-, los británicos, empezando por ella misma, deben de ser conscientes de que, tomada la decisión del Brexit, no pueden pretender quedarse con las ventajas de pertenecer a la Unión Europea y también con las ventajas de no pertenecer al club, sin que les afecte ningún inconveniente.

Y es que el Reino Unido, tras su decisión, tiene que estar a las duras y a las maduras, y aceptar todas las consecuencias que va a tener para sus ciudadanos su salida de Europa, le guste o no le guste… Y adoptar una posición de "duros", como si se encontraran en manifiesta superioridad en este divorcio es un mal comienzo. Incluso May ha llegado a decir que prefiere que no haya acuerdo a un mal acuerdo, es decir, que prefiere pagar más dinero que avenirse pacíficamente a las condiciones de sus ex socios, obviando que el "no acuerdo" implicaría -entre otros muchos perjuicios para los británicos- un encarecimiento del 10% en los vehículos, del 15% en los alimentos y del 36% en los productos lácteos, y además significaría perder los acuerdos comerciales que la Unión mantiene con 53 países, lo que reduciría un 7,5% el PIB de la isla durante 15 años.

Pero el borrador de Donald Tusk para la "salida ordenada" de los británicos del club europeo ya se ha encargado de echar el primer jarro de agua fría sobre las pretensiones de los británicos, al apuntar que "un estado no miembro de la Unión, que no tienen las mismas obligaciones que los miembros, no puede disfrutar de los mismos derechos y beneficios que estos". De lógica aplastante.

Y en todo este escenario -que se presenta para Londres más duro de lo que esperaba-, en lo que respecta a las futuras relaciones de España con el peñón de Gibraltar, el mentado borrador, en su párrafo 22, señala que "una vez que Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la Unión Europea y Reino Unido se podrá aplicar al territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre España y Reino Unido". Lógico poder de veto para España, ya que, en cuanto se consume el Brexit, el futuro de Gibraltar se convertirá en una cuestión bilateral. En este sentido, Dastis ya ha subrayado que los gibraltareños no gozarán de la libre circulación ni de la libertad de establecimiento de la que disfrutan ahora. Porque los llanitos, que llevan bajo la soberanía británica desde 1713 -y que en un referéndum en 2002 rechazaron por un 99 % la posibilidad de una soberanía compartida con España- quieren seguir siendo británicos al 100%, pero, al igual que su madre patria, quieren también estar sólo a las maduras, pero no a las duras del Brexit, no en vano Picardo reclama ya un acuerdo a medida, y quiere aparecer de víctima frente a la opresión española que supuestamente les espera.

Y, por si la soberbia británica no fuera ya suficiente, como la isla se está viendo "intimidada" por el gigante europeo, ya hay voces destacadas que están echando todavía más leña al fuego. Entre ellos, lord Michael Howard, ex líder del Partido Conservador, que ha asegurado que la premier iría a la guerra para defender la soberanía Gibraltar, y el ministro de Defensa Michael Fallon, que ha anunciado en la BBC la intención del Gobierno británico de "proteger Gibraltar hasta el final".

Aunque en este aspecto, deberían de ser más prudentes, porque poco tendrían que hacer en ese hipotético supuesto, por mucho que pesase a la Royal Navy.

En fin, recurriendo a las palabras de la propia May, "Brexit es Brexit"…

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