La esquina
José Aguilar
Ya no cuela el relato de Pedro
Confabulario
El reciente académico de la lengua, don Javier Cercas, ha hecho elogio, en su discurso, de la literatura como revulsivo, como fuerza emancipadora y útil contra el poder, inclinado, por naturaleza, hacia lo unánime. Uno no está convencido de que el arte deba ser útil –más bien lo contrario–; pero sí que el arte, para serlo, debe ser complejo y expresivo de una porción del mundo donde lo humano se manifieste y resplandezca. A este respecto, querría poner como ejemplo un libro del propio señor Cercas, Anatomía de un instante, donde lo que se resume, a instancias de lo ocurrido el 23-F de 1981, son las cuantiosas fuerzas que concurren en la Transición, y el modo en que entorpecen o facultan a la clase política de entonces para arbitrar un hecho extraordinario: la conversión de España en una democracia. Y ello a pesar de los plurales terrorismos y la pulsión golpista que la dificultaban.
El mayor servicio que presta Cercas a los lectores en esta obra es, pues, un servicio plenamente artístico: junto a una escritura diestra y efectiva, Cercas apronta su imaginación para barajar los datos históricos a su alcance y componer un retablo –un retablo necesariamente complejo y verosímil– con lo sucedido. Para ello, el escritor Cercas ha puesto en práctica la máxima de un personaje de ficción, el benemérito Sherlock Holmes, quien revelaba al doctor Watson que, cuando se han descartado las demás opciones, lo que queda deber ser la verdad. Las opciones que analiza Cercas son las diversas hipótesis sobre el golpe con las que se especuló desde entonces. En cuanto a la verdad, aquella que se infiere de Anatomía de un instante es que triunfaron, accidentadamente, las fuerzas democráticas, con la decisiva intervención del rey Juan Carlos I. A ello se añade –a la exposición de una verdad que no ofenda la inteligencia lectora– la dificultad política y vital de tres personajes, admirablemente convertidos en carne literaria, en los que se cifra la historia inmediata y el futuro próximo de España: Adolfo Suárez, Santiago Carrillo y Manuel Gutiérrez Mellado.
Lo admirable, en cualquier caso, no es la voluntad anatómica del académico Cercas; sino que su anatomía sea una anatomía a lo Vesalio, minuciosa y artística, en la que se figuran la pluralidad de elementos que se concitaron en aquel instante. Vale decir, que el talento de Cercas es el de formular el problema, más que el de ofrecer su solución. Un talento meritísimo y no particularmente útil. El arte asociado a la utilidad se conoce como propaganda.
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