Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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La edad de la inocencia

Las elecciones clausurarán la edad de la inocencia. Al votar a los corruptos, los absolveremos de sus errores

Susana Díaz con su convocatoria de elecciones al parlamento andaluz ha clausurado la edad de la inocencia. Pronto se convocarán más elecciones. Es lo bueno que tiene el sistema democrático que cada cierto tiempo se te perdona que hayas votado a partidos ladrones, racistas, veletas, sin ideología, clientelares; plagados militantes que se pagan las juergas y las bebidas, a costa del común. Las elecciones ponen de nuevo a los votantes ante la tesitura de taparse la nariz y convertirse en colaboradores necesarios, en cómplices de los errores y horrores del pasado, o de abandonar, en un rasgo de honestidad democrática, a los que se conjuraron para enriquecerse, al tiempo que ayudaban a enriquecerse a otros, y provocaban el empobrecimiento y la desgracia de la mayoría de la población (no me atrevo a usar la palabra gente porque es palabra de señoritos o de caseteros ni ciudadanos, porque, junto con toda la terminología democrática, ha sido enlodada por los que debieron mantenerla limpia). Sólo me queda población o contribuyentes. Ni españoles ni catalanes ni vascos ni gallegos son nombres a los que se pueda acoger uno de cómo nos los han dejado los patriotas sinvergüenzas de cada una de esas patrias-casetas de feria. Al votar ahora, nadie podrá alegar que no conoce las tropelías del partido al que va a otorgar su confianza, porque han sido suficientemente dadas a conocer. El votante asume, pues, la historia reciente de la formación a la que va a dar su confianza. Recuerdo con horror la pintada más cobarde, el eslogan más inmundo de cuando ETA asesinaba. A veces, en las paredes de Euskadi alguien escribía: "¡Eta, mátalos!". Lema que convertía a los etarras en sicarios y a los autores de las pintadas en inductores cobardes de un crimen que ellos no tenían el valor de cometer. A partir de los próximos comicios, los votantes deberíamos sentirnos responsables de los emigrantes rechazados, de los ancianos no atendidos, de los enfermos que murieron esperando atención médica, de los desahucios, de los másteres conseguidos por enchufe, de los doctorados plagiados, de los sueldos en negro. No habremos sido nosotros los autores materiales, pero sí habremos puesto con nuestro voto en manos de sicarios electos las armas que les otorgan poder para hacerlo. Será imposible que sigamos pensando que somos inocentes.

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