Mirada alrededor

Juan José / Ruiz Molinero

El efecto ZP

LOS socialistas deberían sentirse preocupados -y para qué decir los españoles- cuando el presidente Zapatero sale a la palestra para apoyar a los compañeros que se juegan alguna baza política importante, se reúne con banqueros y magnates, obedece sin rechistar las ordenes de Bruselas o Washington -las filtraciones del informe Wikileaks, publicado por El País, sobre el caso Couso, avergonzaría a cualquier Estado de Derecho-, se pliega a las presiones de los mercados y de los especuladores y muestra tal desprecio a los principios en el que confiaron sus electores que no le importa pasar por más derechista que la derecha clásica, yendo más allá de lo que esta se atrevería a llevar a cabo. Es tal la vuelta que Zapatero le ha dado al calcetín ideológico que el programa socialista que la gente votó no lo reconoce "ni la madre que lo parió", en expresión que utilizó Alfonso Guerra en una ocasión. La última ocurrencia, por ahora, es suprimir los 426 euros que recibían los parados de larga duración, después de congelar las pensiones, bajar el sueldo de los funcionarios, abaratar el despido y otras ideas 'originales' como privatizar hasta el gordo de Navidad, los aeropuertos y lo que sea necesario, acciones que un electorado de izquierdas siente como una traición o una superchería. Ni siquiera el dudoso y tardío guiño a las pymes, dulcifica el efecto. Así que el duro revés sufrido por los socialistas catalanes puede ser el signo del futuro, si persiste la sombra alocada de ZP y sus improvisados golpes bajos a la ciudadanía.

El huevo que cayó sobre la cabeza del portavoz del PSC la noche electoral lo arrojó un parado. Si cada uno de los cerca de cinco millones de desempleados, junto a los millones de funcionarios que han visto rebajados sus sueldos y a los pensionistas que le han congelado sus emolumentos se dedicaran a arrojar huevos, aunque fuesen al aire -cualquier forma de agresión contra las personas es totalmente censurable- para expresar su descontento por ser los elegidos para hacer frente a la crisis, seguramente el sector avícola tiraría del carro de la maltrecha economía, con más fuerza que las recetas de los grandes banqueros y empresarios a los que reunió Zapatero para tomar nota de las medidas que debería adoptar, duras no para ellos, cuyos beneficios y millonarios retiros son intocables y a los que no afectarán los recortes sociales dirigidos en una única dirección, según las fórmulas más radicales del neoliberalismo que nos ha llevado a esta calamitosa situación, donde es más importante mirar los índices bursátiles que los del drama de tantas personas que no sólo han perdido la confianza en sus gobernantes, sino, lo que es peor, en ellos mismos. El efecto ZP se extiende como una mancha de aceite de colza en un país desencantado. Pasará a la historia como el periodo más nefasto de la democracia. Pero de este fenómeno hablaremos otro día.

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