Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

El elixir de Seques

Garnata vagaba en un cosmos turbador mientras reflexionaba sobre que no era hija ni de Andalucía ni de Blas Infante

Los fastos para el rebautismo del supremo dios del olimpo andaluz, Blas Infante, como su excelsa divinidad Bleus, seguían organizándose. La diosa Andalucía andaba nerviosa con la confección de la majestuosa túnica blanquiverde que llevaría Bleus ¡Tiene que quedar perfecta!, gritaba histérica a Gruñón, Gran Testa -también llamado Cabezón- y Hosanna, que aplaudían servilmente las extravagancias de su diosa ¡Derrochad lo que haga falta! ¡Sí mi diosa!, respondieron todos al unísono, incluso el Oscuro, apodado desdeñosamente por los otros semidioses como el Morenilla.

Todos se plegaban a los costosísimos caprichos de Andalucía y también contribuían al derroche. La cobista Hosanna sugirió una corona de oro macizo con leones y columnas y esmeraldas incrustadas como broche perfecto al rebautismo de Bleus. Todos asintieron. ¡Gastad, gastad y recaudad más a los mortales!, sentenció Andalucía.

Mientras, Híspalis y Malaka, a través del oráculo, observaban los avatares de Garnata en su condena a errar por el universo andaluz. Y es que Garnata seguía vagando por ese cosmos turbador mientras reflexionaba sobre que no era hija ni de Andalucía ni de Blas Infante.

Ya se había topado con un tal Baco, sujeto zampón y aprovechado. Tras él aparecieron otros seres con nombres bélicos, Juan Guerra y Francisco Javier Guerrero, que la tentaron a aprovecharse de la fortuna de Andalucía. Garnata se negó ¡No soy hija de Andalucía ni nada quiero de ella! Les dijo ¡Tú te lo pierdes, el dinero no es de nadie, como diría una egabrense hija de Corduba!, le espetaron burlones.

Garnata se alejó como pudo en la ingravidez del espacio-tiempo infantiano, golpeándose con estatutos, ideales andaluces, dictaduras pedagógicas y fundamentos de Andalucía, hasta que llegó a un extraño lugar que le evocó a su amada Alhambra, tornada en su áurea jaula por osar no callar más.

En ese insólito espacio, repleto de ruinas y enredaderas flotantes, yacía un anciano meditando, que al verla llegar dijo ¡Te esperaba desde hace mucho! Garnata sorprendida se limitó a escuchar lo que el sabio quería decirle. Soy Seques de Luceto y junto a otros luchadores de tu causa, hemos concebido para ti un elixir que te tornará tu tierra y tu libertad, esas que el olimpo andaluz te niega.

¿Un elixir de libertad?, preguntó Garnata esperanzada. Sí, dijo Seques. Un elixir logrado con mucho trabajo y esfuerzo y que te llevará al éxito, a esa liberación que tanto anhelas y mereces. El elixir del Garnadexit.

Garnadexit, repitió el oráculo a Híspalis y Malaka ¿Garnadexit? Repitieron atónitas. Entonces decidieron enviarle la manzana blanquiverde de la discordia…

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