La chauna

José Torrente

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La espinita

Es la que la envió fuera de San Telmo. Con esa muesca en su revólver convierte en simple fogueo sus disparos a Pedro

En el partidismo de Susana Díaz no existe la derrota sin odio ni rencor. Que la veamos ganar le chifla, pero cuando de las urnas no sale lo que ella cree valer, se ofusca. Sus maestros del aparato nunca la enseñaron a perder. Es la única empresa que ella aporta a su vida laboral: el aparato. Así es de humilde su democracia, donde ganar es lo procedente, y perder, una espinita intolerable.

A Pedro Sánchez le prometió desde un atril en Granada volcarse en la campaña que lo haga presidente, aunque diseñando listas electorales más parece provocar al secretario general socialista de lo que promete ayudarle. Susana es así, hablando en público se la comen a besos hasta los pedristas más acérrimos, pero sus patadas en las espinillas en privado, esos pedrochazos, no tienen remate.

La espinita que tiene Susana Díaz en su más hondo penar no es por los más de 500.000 andaluces borrados de las listas de espera del SAS, para evitar que afearan su "joya de la corona". Esa espinita que cabrea a Susana no es por el dispendio de dinero público, casi 6 millones de euros/año, que Juan Imedio cobra del Canal Sur TV a medias con su productora pata negra, por hacer de "cenicienta" de la tercera edad todas las tardes en la Nuestra. La espinita de la de Triana no está colgada del sentimiento de pesar por no haber sabido gastar la humildad necesaria para ver el desapego de su gobierno con la realidad andaluza; por permitir que la soberbia de quien se cree inaccesible siguiera su errante rumbo con ella de engreída timonel. No es la suya tampoco una espinita por el elevado desempleo andaluz, por no haber corregido las brechas pendientes tras 36 años mandando, ni porque su hegemónico partido no supiera evitar que putiferios, cocaínas y tarjetas black formaran parte de la herrumbrosa agenda informativa de su gobierno.

La espinita de Susana es la que la envió fuera de San Telmo. Con esa muesca en su revólver convierte en simple fogueo sus disparos a Pedro. Es una espinita verde, que te quiero verde, que brea mucho su orgullo personal, propietaria sempiterna como se creyó del poder del pueblo soberano. Su espinita es por la rebaja de lideresa a perdedora en franco retroceso.

Y ahí va, pidiéndole explicaciones a todos, aunque ella sigue sin darles ninguna. Exigiendo a JuanMa, aquel Sr. Bonilla, que en tres meses haga lo que ella siempre negara. Es la espinita de Susana/ una desdicha sin abril,/ una flor marchitada,/ esa electoral huella febril/ que la tiene tan enojada.

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