La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

El euro de Cuenca

La tasa turística no resolverá los históricos problemas de financiación municipal, pero puede ser una gran ayuda

El euro de Cuenca

El euro de Cuenca / Photographerssports

Un euro. Esa es la cantidad casi simbólica propuesta por el alcalde de Granada, el socialista Paco Cuenca, para que los millones de visitantes que llegan a la ciudad cada año contribuyan a su mantenimiento a través de la denominada tasa turística. Se suma así a otras ciudades andaluzas, como Sevilla o Málaga -aunque con circunstancias distintas en cada caso- en la reclamación a la Junta de Andalucía para que permita a los ayuntamientos establecer este nuevo epígrafe en sus ordenanzas fiscales.

Como cualquier asunto que tiene que ver con impuestos e imposiciones al contribuyente, antes o después aparece el problema ideológico. Es decir, si eres de derechas tienes que estar en contra y si eres de izquierdas a favor. El PP andaluz, con su promesa de la bajada masiva de impuestos, no parece muy inclinado a satisfacer esta petición que abanderan algunos municipios importantes. Y seguro que hay otros muchos, incluso gobernados por partidos de derechas, que esperan en silencio el permiso para establecer una tasa turística que pude darles mucho aire.

Lo que sucede es que ni las tasas son impuestos, ni todas las tasas tienen el mismo calado, ni los ayuntamientos tienen igual capacidad de subsistencia económica que otras administraciones donde el PP propone la rebaja de la fiscalidad. Y eso que se lo digan a los granadinos, que han sufrido las mayores subidas del IBI en los tiempos de las amplias mayorías absolutas del PP en el municipio. Tampoco con la reciente Alcaldía de Ciudadanos (partido que se postula liberal) sostenido por concejales del PP, ha habido rebaja alguna en las ordenanzas fiscales, más allá de las habituales bonificaciones.

La deficiente financiación de los ayuntamientos es un asunto que lleva décadas sin solución en España. Han asumido más servicios cada vez, sin que las necesarias fuentes de financiación aumentaran de forma paralela. Y esto es igual para todos, azules, rojos, morados o naranjas. Cuando se ha podido, los municipios caían rendidos en los brazos del ladrillo para sobrevivir (sin distinción del color político) y cuando esto fallaba, en sus arcas no había ni para papel higiénico. La figura fiscal de la tasa turística no es la panacea ni la solución a esos graves problemas de fondo, pero quizás hay que pensar que la fórmula supone una ayuda que no merece la pena despreciar de antemano por la tradicional dicotomía de la política y los impuestos.

Por un lado hay que preguntarse si los turistas o visitantes en general dejarían de venir a Granada por dejar de pagar un euro por noche en el hotel donde se hospedan. A priori parece impensable y en la práctica, allí donde se ha puesto en marcha, se ha demostrado que no es un elemento ahuyentador.

Andalucía y Granada en particular viven en gran parte del turismo, pero precisamente por eso sus administraciones públicas están obligadas a prestar los mejores servicios y tener los municipios en buenas condiciones de limpieza, seguridad, mantenimiento o agilidad en el transporte. Todo eso cuesta dinero y seguro que el turista da besado ese euro por encontrar una ciudad confortable. Mientras no sea así, todos esos servicios y comodidades de las que disfrutan los visitantes las seguiremos pagando los residentes, vivamos o no del turismo.

Pero el asunto se abre a otras muchas cuestiones que pueden ser más controvertidas. ¿Sólo se cobraría la tasa en hoteles? ¿Qué hay de los pisos turísticos? ¿Cómo se controla eso? Y el gran melón: las excursiones de un día desde hoteles situados en otras provincias. El turista que se aloja en la Costa del Sol y llega a Granada para ver la Alhambra, el Albaicín y la ciudad nazarí también disfrutará de la limpieza de sus calles, de la iluminación de sus farolas y de la seguridad que proporciona su policía. ¿No tendría que pagar la misma tasa que otro que ha decidido quedarse a dormir en Granada y podría resultar así penalizado? Desde esta perspectiva, se entiende el temor de los hosteleros. Por eso sería importante que el debate vaya más allá de la tasa turística sí o no. Es necesario pensar en cómo y en dónde, para que la medida tuviera la homogeneidad necesaria.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios