Discutimos lo que deciden los jueces, dudamos de lo que nos dicen nuestros médicos y no damos crédito a los docentes. Por no hablar de que cualquiera sabe más que un periodista y de que los sillones de España están llenos de seleccionadores nacionales y especialistas en el VAR, pero solo cuando se equivoca contra los suyos. Retuiteamos y atendemos solamente las noticias que nos gustan y nos enfadamos con la opinión del contrario. Como dice cierto spot televisivo muy comentado es que en el fondo es muy español eso de querer llevar la razón. Pero claro, queriendo llevar todos razón, llegamos a estos supuestos en los que un profesor no puede hablar del crimen de Ana Orantes sin recibir una querella criminal de cierto partido. Usar la tiza para impartir una clase se ha convertido en una profesión de riesgo, ¿quién lo diría? No sabemos si cualquier tiempo pasado fue mejor, pero está claro que hay pasos atrás evidentes con hordas tuitireteras dándonos constantemente lecciones de derecho y de la vida en general. En definitiva, estamos arrasando con el profesionalismo, el orden y el respeto social, mientras pensamos que el big data ya solucionará nuestros problemas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios