La esquina

José Aguilar / Jaguilar@grupojoly.com

No hay excusas

ARMAN menos ruido que las recurrentes campañas contra la publicidad sexista, o pretendidamente sexista, pero informes como el que acaba de difundir la Consejería de Economía hacen mucho en favor de la igualdad hombre-mujer, un objetivo que llegará tanto por la adopción de medidas legales como -o más- por el cambio de las mentalidades dominantes.

El informe, que se ha hecho cruzando no sé cuantos millones de datos de la realidad andaluza, derriba un estereotipo muy común en el mundo empresarial: no conviene contratar a mujeres porque salen mucho más caras que los hombres. El tópico viene de la impronta machista que se ha enseñoreado de la sociedad durante siglos de patriarcado, pero sobre todo de un cálculo que hacen las empresas sobre los costes de la maternidad. No sólo hay que pagarles las bajas maternales, sino que en muchos casos las madres dejan de trabajar fuera del hogar en cuanto lo son e interrumpen trayectorias profesionales en las que también la empresa suele haber invertido dinero y tiempo.

Como ocurre con cualquier tópico que se precie, éste responde a una percepción de la realidad, pero una percepción incompleta. Es lo que refleja el informe citado: las mujeres trabajadoras cuestan a sus empresas un 38% menos que los hombres. Y no sólo porque se les pague -injustamente- menos por el mismo trabajo, sino evaluando los demás componentes del coste laboral: las cotizaciones, las jornadas no trabajadas, las bajas por maternidad y paternidad, enfermedad o accidente... y el tiempo que tardan en el cafelito matinal y otras pausas no regladas. En el cómputo global de todos estos factores resulta que los hombres son más caros. Así que la preferencia patronal por el sexo masculino está errada.

Hay, pues, que cambiar el chip. Una vez que la mujer demuestra cada día saber aprovechar mejor las oportunidades que le ofrece el sistema educativo, encontrarse tan capacitada como el hombre para realizar cualquier labor -si exceptuamos alguna relacionada con la fuerza bruta-, madurar antes que los varones y manifestar idéntica ambición profesional, no hay excusas para que los empresarios no se vuelquen en la contratación de personal femenino, y menos si el apartado costes laborales se ve sensiblemente recortado gracias a él. El paréntesis de la maternidad es cada vez más eso mismo, un paréntesis en su trabajo y no, como antes, el adiós definitivo a la fábrica o la oficina.

Insisto en que este cambio en el nivel de la conciencia sería mucho más transformador y revolucionario para la mujer en su conjunto que los sistemas de cuotas en cargos públicos y candidaturas electorales que benefician a las mujeres que quizás menos los necesitan.

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