Los federales

Digamos que don Pedro, ayudado de algún asesor en la materia, ha entrado de lleno en el siglo XIX

Siguiendo con los azares e infortunios del Ruedo Ibérico, don Pedro Sánchez ha declarado, tal que el lunes, que "la España centralista es el pasado, el federalismo que defendemos es el futuro". Esto implica dos cosas, no necesariamente buenas: que don Pedro no acaba de entender la naturaleza del federalismo, y que la España centralista, el temido centralismo de Madrid, es la forma que don Pedro ha encontrado para agradar al férreo centralismo catalanista. En la entrevista, concedida a La Vanguardia, don Pedro decía otras cosas de ese tenor, que se derivan de su concepto de "nación de naciones". Pero lo importante, pero lo sustancial, es que don Pedro ya sabe de qué lado cae la razón histórica, la verdad política y peso cultural (el nacionalismo catalán), y en qué parte bulle la anécdota administrativa: el Estado español, un poco zascandil, avaro y opresivo.

De estas promesas de don Pedro Sánchez podríamos extraer otras conclusiones de importancia. Conclusiones que no sólo serían expresivas del pensamiento de don Pedro, sino de la vertiginosa encrucijada en que se halla su partido. Baste, por ahora, con detenernos en su lucha contra el centralismo, cuyo origen hay que buscar, probablemente, en los enormes beneficios que el nacionalismo ha traído a la convivencia y a las libertades de los catalanes. Desde luego, llamar Estado centralista al Estado español no parece muy exacto, dado el carácter centrífugo y la vocación confederada (en absoluto federalista) que muestran algunas de sus autonomías. Que este ideal confederado, además, se base en un proyecto indentitario, en un centralismo agresivo y mendaz, como el que exhibe el actual Gobierno catalán, no parece arredrar al inocente federalismo de don Pedro Sánchez, que va de Proudhon a Pí y Margall, pero sin visitar la España del siglo XXI. Don Pedro, en cualquier caso, insiste en este binomio Bien/Mal, Federalismo/Centralismo, que victimiza a la Cataluña nacionalista, sojuzgada y mártir, y acusa a la Cataluña democrática de falta de flexibilidad y grandeza.

Digamos que don Pedro, ayudado de algún asesor en la materia, ha entrado de lleno en el siglo XIX. De modo que Cataluña sólo hay una, y es la que dice el señor Junqueras. Esto no supondría mayor problema si no fuera porque don Pedro se postula a presidente de todas las Españas. Y en caso de ganar, uno se teme que reciba a Trump vestido de majo o de flamenco.

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