mirada alrededor

Juan José Ruiz / Molinero

El festival cumple los 60

ANOCHE, se inauguró la sesenta edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, del que ostenta la presidencia de honor la reina Doña Sofía que ha estado presente en muchas ocasiones a lo largo de estos años, como princesa, primero, como reina y, sobre todo, como melómana consumada y amante de las artes, en general. Porque esa ha sido la virtud que ha mantenido a flote este evento cultural, capaz de sortear no pocas crisis: su atracción constante a públicos muy diversos y renovados en el paso de las generaciones. Con luces y sombras que no caben analizar en esta columna, que se hayan convertido aquellas reuniones alhambreñas que comenzaron en 1952 -continuidad de las que se celebraban muchos años antes, conocidas como 'los conciertos del Corpus'- en el más importante acontecimiento cultural de la ciudad, con marchamo y ambiciones internacionales, no siempre ratificadas, me parece un auténtico milagro, porque aquí suele peligrar cualquier cosa que merezca la pena y rebase el tinte localista. Hoy por hoy -crisis y recortes económicos aparte-, las instituciones nacionales, regionales y locales lo respaldan unánimemente; se mantienen o consiguen nuevos patronazgos y, sobre todo, el público responde, en especial a los capítulos donde no se pierde de vista la excepcionalidad que, como tantas veces he dicho, es lo que mantiene vivo el Festival.

Cumplir 60 años en esta tarea de constante atracción no es fácil, por supuesto. Pero al llegar aquí hay que redoblar la responsabilidad y la atención de patrocinadores y de organizadores, unos robusteciendo su aportación económica -en momentos de crisis siempre hay una predisposición en hacer recortes en cultura, como si fuera un lujo y no un elemento de crecimiento, incluido el económico- y otros rellenando de auténticos acontecimientos, novedades, atracciones, figuras, programas, etcétera, esta cita, para que pueda competir con éxito con otros certámenes y convocatorias que pululan por el resto de España y de Europa.

En el Festival no vale lo musicalmente correcto, los rellenos, aunque sean de calidad, los localismos, sino la excepción. Lo he dicho siempre y me valen esos reclamos cuando entramos en la senda de los 60. Tiempo tendremos de analizar la programación de este año y, sobre todo, reflexionar sobre lo que se espera -esperamos todos-del futuro del Festival. Cuando anoche Zubin Mehta terminó el último acorde de la Tercera sinfonía, de Mahler, inaugurando la 60 edición, lo que cabe es congratularnos de haber llegado con buena salud a esa fecha sexagenaria y esperar que se retrase, a ser posible hasta el infinito, la fecha de jubilación de un certamen que es una de las pocas cosas que nos quedan para llevar por el mundo con dignidad el nombre de Granada. Que es, por supuesto, el nombre y el sello de Andalucía y de España.

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