El final de la pandemia

En todo el continente africano la tasa de vacunación apenas llega al 7 % de la población

En pleno ascenso de los contagios por la Covid-19 en toda Europa y con la variante 'omicron' creando alarma en la comunidad científica internacional, nos enfrentamos a un preludio de la Navidad ciertamente complicado. Antes otras variantes como la 'delta' y 'delta plus' han sido protagonistas de las sucesivas olas de contagios que ya hemos vivido. Los virólogos se afanan ahora por investigar si esta nueva variante será más contagiosa, más letal o más resistente a los anticuerpos neutralizantes cuya producción es estimulada por las vacunas.

Las armas con las que contamos para combatir al coronavirus son limitadas: vacunación, medidas de higiene, distancia social y mascarillas. Y en este contexto la OMS hace un llamamiento hacia la 'universalización' de la vacunación frente a la Covid-19

Ya pocos dudan de que el final de la pandemia queda lejos y mientras en el mundo occidental se administra hasta una tercera dosis vacunal, en todo el continente africano la tasa de vacunación completa apenas si llega al 7% de la población.

La crisis sanitaria más grave de los últimos 100 años, no ha sido capaz de mostrar una autentica solidaridad de los países ricos con el resto del mundo. Noticias de que "tal o tal" país dona vacunas a países pobres pone de manifiesto nuestro habitual proceder con los llamados países del tercer mundo, dándoles lo que nos sobra.

Organismos internacionales como la OMS no hacen otra cosa que recordarnos cual es el camino que hemos de seguir para arrinconar definitivamente al coronavirus y sin embargo los países desarrollados, no hacen otras cosa que hacer acopio de más y más vacunas con el firme propósito de proteger a sus compatriotas.

El fin de la pandemia, o mejor dicho la transformación de la infección por coronavirus en una enfermedad endémica como otras muchas, se producirá cuando la humanidad acepte que la solución a este grave problema sanitario tiene que llegar de la mano de la solidaridad, materializada en una acción global internacional capitaneada por los países con recursos. Puede que no sea necesaria la polémica suspensión de las patentes, pero en cualquier caso habrá que garantizar el acceso a las vacunas de todos y cada uno de los habitantes del planeta y habremos de sufragar tanto el coste como la distribución de estas en los países cuyos sistemas sanitarios sean incapaces de garantizar dicha distribución entre su población.

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