Tribuna

Julio Lorca / Jlorca@i2bc.es

Al final sólo era una cuestión de confianza

CREÍAMOS tener respuestas para casi todo, cuando la realidad nos demostró que la mayoría de las verdades eran sólo temporales: ¿Cómo se debe colocar al bebé en la cuna? ¿Y la grasa de las sardinas? ¿No era tan mala? La economía tampoco escapó de la arrogancia humana. Internet creó miles de espontáneos jugadores de bolsa: "Ahora compro, ahora vendo… clic". Licenciados de intradía les llamaban. Auténticos jornaleros al servicio del gran capital, que junto a incautos ahorradores alimentaban la vaca sagrada que más tarde otros ordeñaban. Y así, hasta volver a empezar ¿Nos recordará así la historia?

En estos momentos, vale más en bolsa una determinada filial que su Ferromamá. ¿Es eso economía, o un casino parroquial? Y qué me dicen de esos jóvenes, aunque sobradamente preparados, que corbata en mano nos ofrecían la gran vida a cambio de una firma: "Sólo pagará durante cien años y podrá disfrutar desde hoy de lo mucho que se va a revalorizar su casa. ¡Muy bien tasada, oiga!" Mucho know-how, mucha calculadora y mucho MBA… y al final, todo era una cuestión de confianza.

Hoy los bancos no prestan dinero por falta de confianza; no se consume por falta de confianza; y nadie sabe qué hay que hacer… ante la falta de confianza. Con los miles de millones de euros que gastan en tecnologías de la información y en asesores trajeados, para que ahora nadie sepa lo que pasa. Bueno, los gurús de la cosa recomiendan inyectar dinero a los bancos en busca de la manida confianza, palabra que recordemos deriva de fe: convicción de que algo es verdad porque algo o alguien lo garantiza; vamos, el Espíritu Santo. Pero, ¿quién pagará ahora los platos rotos? ¿Lo adivinan? Si no se apoya al sistema se puede desmoronar aún más, más quiebras, más paro… y eso no se puede permitir. En fin, la banca siempre gana. ¿Será siempre así? En cualquier caso, acabamos de darnos de bruces con la realidad más elemental: sabemos bastante poco de casi nada, y hay mucho aprovechado en este mar de ignorancia… Al final, una vez más, será el sacrificio colectivo -y su bolsillo- el que saque las castañas del fuego como tantas veces en la historia; pero no olvidemos que, a diferencia de otras épocas, hoy existen inmejorables condiciones para que este último desatino global nos sirva de vacuna contra futuros argumentos oportunistas de todos bien conocidos. Pues que nadie se equivoque, las promesas de transparencia, tanto de empresas como de gobiernos, ya no van a caer en saco roto, pues lo quieran o no, los ciudadanos cuentan hoy con poderosas herramientas para prevenir que se repita la historia. Ocurra lo que ocurra, conceptos como apoderamiento ciudadano, e-gobierno, e-administración o la e-democracia, adquirirán su verdadero sentido y ya nunca más nada será igual.

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