Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

El fracaso de la política y la ciencia

El incivismo de sectores ciudadanos contribuye a agravar el desconcierto general ante la pandemia

Es natural el desconcierto y temor de los ciudadanos ante la pandemia, muchos de ellos infectados y demasiados, por desgracia, muertos, en crueles circunstancias. La desconfianza en quienes tienen la obligación de defendernos aumenta. En nuestro país, los políticos ocupan un lugar de privilegio, con sus incompetencias, mentiras y el lamentable espectáculo dado con sus enfrentamientos, insultos, falta de educación y cultura -el Parlamento mide la categoría política y moral de los elegidos-, agrediendo, incluso, a instituciones básicas, como la Monarquía, a quien juraron falsamente fidelidad. En esta pandemia el Parlamento suele hablar de otra cosa, y el propio Gobierno intenta meter de matute leyes -caso de la reforma del CGPJ, limitando la autonomía judicial que preocupa en la UE- para asegurar su continuidad en el poder, lo único que le interesa. Han tenido que ser los propios científicos quienes hayan pedido a los políticos apartarse para dejar paso a sus criterios, más fiables, sin duda, que los del ministro Illa, seguramente más creíble como alcalde de un pueblecito catalán o enseñando filosofía que dirigiendo -basado, había dicho, en un comité de expertos inexistente- nada más y nada menos la batalla contra el cruel Covid-19, en cambiante 'cogobernanza', afirmó Sánchez, con las autonomías. No es de extrañar que con estos mimbres y estas trifulcas España se haya convertido en el primer país de Europa en número de fallecidos, en relación con su población.

La otra derrotada, hasta ahora, ha sido la Ciencia. Al día de hoy, a nivel mundial, no hay certeza de vacunas fiables ni tratamientos eficaces para hacer frente al virus. Aquí, entre nosotros, desde los comienzos, sólo hemos visto rostros televisivos contradiciéndose -mascarillas si, mascarillas no-, mientras los sanitarios daban sus vidas atendiendo a los enfermos. Confiamos todos -porque son nuestra esperanza- en que haya grupos de científicos silenciosos, en España y en el mundo, trabajando en sus laboratorios para tratar de derrotar al universal enemigo común.

También, parte importante de los ciudadanos no está exenta de la mirada crítica. Oleadas de jóvenes irresponsables ocupan espacios públicos sin medidas de seguridad. Las imágenes de la granadina calle Ganivet en la fiebre del sábado noche, como titulaba este periódico, se ha unido a la caterva contagiosa surgida en todo el país -y en el resto de Europa, hay que reconocerlo, hasta el punto de que en Francia Macron ha decretado el toque de queda en parte del país-. Que sean jóvenes, y menos jóvenes, protagonistas de tal incivismo inhumanitario aumenta la preocupación. Y esto en medio de otra gravísima pandemia: la ruina económica y la miseria, con España a la cabeza.

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