Señales de humo

josé Ignacio Lapido /

El futuro

MARINETTI, aquel que sostenía que un coche rugiente es más bello que la Victoria de Samotracia, publicó en 1909 su famoso Manifiesto futurista, punto de arranque de todo un movimiento cultural de vanguardia en el que se encuadraron pintores, escultores y poetas que pretendían romper con la tradición. Fue a partir de aquello cuando se empezó a sobrevalorar la palabra futuro: siempre que se utiliza se da por descontado que nos deparará algo positivo. ¿Qué se dice cuando se quiere exagerar la calidad de una nevera? Que es "el frigorífico del futuro". Ya nos imaginamos que va a enfriar de la hostia. Si un periodista pretende ensalzar las virtudes de determinado cantante no se cortará a la hora de escribir algo así como "Fulanito representa el futuro de la música popular". Un descreído como el que firma esta columna, después de haber leído muchas reseñas laudatorias parecidas, puede pensar que sin lugar a dudas se trata de un futuro de mierda. Quiero decir con esto, por si no se me ha entendido, que el futuro en sí mismo no es ni bueno ni malo, de hecho el año 2000 era el futuro promisorio de mi niñez, y ya se puede comprobar en qué ha quedado. El futuro, por lo que llevamos de siglo XXI, está resultando ser en muchos aspectos, sobre todo sociales, un viaje de vuelta. Una regresión.

Esta semana se ha dado a conocer en nuestro país un nuevo partido cuyo nombre, de entrada, da que pensar: Partido X. Como no podía ser de otra forma se autodefinen como "el partido del futuro". No dicen si son de izquierdas o de derechas pero sí de futuro, y agradecen que se desconfíe de ellos. De nada.

La presentación no la hicieron sus líderes sino dos actores contratados para la ocasión. La indefinición ideológica y el anonimato son sus dos señas de identidad más notorias. Nada de eso les impide afirmar que lo que quieren es transparencia. ¿Cómo lo conseguirán? Mediante la "wikidemocracia", primer paso para "el desalojo del Congreso y el reinicio del sistema".

Una de las formas más recurrentes del papanatismo actual se concreta en creer que todo lo que luzca una pátina de vanguardia tecnológica es la solución para cualquier desaguisado. Para ello basta con usar algún prefijo como "ciber", "tecno" o "wiki". Dicho y hecho: wikidemocracia, ¿alguien da más?.

Seamos benevolentes y achaquemos a una sobredosis de modernidad las insultantes contradicciones de este engendro político recién parido, pero recordemos que Marinetti, fundador del futurismo y entusiasta de las nuevas tecnologías de su tiempo, acabó abrazando la causa de Mussolini, esto es, el fascismo.

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