Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

El gesto

España es así. Exagerada y extravagante expresando sus sentimientos. Más fiel que leal y más olvidadiza que memoriosa

La llegada de Pedro Sánchez recuerda aquella anécdota de Alfonso XII quien, en su entrada triunfal a Madrid entre vítores y aclamaciones, agradeció a un enfervorecido ciudadano el jubiloso recibimiento de los madrileños. El hombre, sincero hasta el delirio, le contestó: pues tenía que haber visto como gritábamos cuando echamos a su madre. España es así. Exagerada y extravagante en la forma de expresar sus sentimientos. Más fiel que leal y más olvidadiza que memoriosa. Se ve que entre nosotros, como reza el lema de la granadinísima Casa de los Tiros, el corazón manda. La razón es capricho de bárbaros.

El gobierno se ha abonado a los gestos. Se ve que no tiene mucho más al alcance de la mano. Así, ha convertido el triste asunto del «Aquarius» en un momento histórico y en una muestra del talante solidario de la izquierda. Pero olvida que las costas andaluzas reciben más inmigrantes en un par de semanas de los que han sido convertidos en imagen publicitaria de un gobierno tan paritario y solidario ante el mundo, como solitario en las Cortes. Así que si en 1931 nos acostamos monárquicos para levantarnos republicanos; en este año de Nuestro Señor de 2018 nos fuimos a la cama insolidarios, neoliberales y casi fachas para amanecer solidarios, socialdemócratas y profundamente progresistas. La España pendular y el milagro de Sánchez.

Y sin embargo, el gesto más trascendente de estos días se hizo público en pleno maremágnum informativo del Mundial de Fútbol. Y el día en que se enfrentaban España y Portugal. El señor Rajoy, después de cesar como presidente del gobierno y dimitir de la presidencia del Partido Popular, decidió devolver su escaño y reintegrarse a su puesto como registrador de la Propiedad. Sic transit gloria mundi, que decían los clásicos. Probablemente a alguien con un carácter como el suyo no le resultará difícil cambiar la Moncloa por el Registro de Santa Pola. Es la ventaja de tener una carrera profesional. Porque este señor que tanto hemos criticado -y con razón en muchos casos- se labró primero un porvenir y después se dedicó a la política. No hizo de la política, como tantos otros, desde concejales a presidentes del gobierno, un medio de vida. Quizá ese gesto, cuya grandeza nadie puede negar, nos haga meditar a quienes votamos. Y quizá, si lo pensamos, saquemos de los escaños a quienes viven de ellos y elijamos a quienes no los necesitan para vivir.

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