¿Somos los granadinos los más maleducados?

Me gusta practicar el 'buenos días', aunque ya casi nadie utiliza ese saludo. Pero eso pasa aquí, en Soria y en San Sebastián

Vaya. A partir de ahora los granadinos tenemos otro estereotipo y otro sambenito con el que lidiar, otra mueca en la leyenda negra de nuestro carácter. Ya no nos basta con ser pesimistas, serios, raros o malafollás, ahora resulta que tenemos malos modales y somos los más descorteses con los demás. Los medios de comunicación (buscar en Google las 'diez ciudades más maleducadas de España' y os sale la noticia) han hecho referencia estos días al estudio de una plataforma de enseñanza que ha llevado a cabo una curiosa encuesta y ha concluido con que Granada es la segunda ciudad más maleducada de España después de Santa Cruz de Tenerife, o sea que somos los primeros de la península en descortesía y malos modos. Los encuestados han señalado que en Granada somos muy ruidosos (me imagino que se referirán a los ruidos tabernarios), no cedemos el paso cuando conducimos, no tratamos bien a los forasteros que nos visitan, somos los que menos respetamos las colas y los más rácanos a la hora de dejar propinas. Si llevamos el móvil en la mano, somos los que más vídeos vemos con el altavoz puesto y los que más estamos al teléfono en público. El estudio nos ha dejado a los granadinos a la altura de una zapatilla. Lo decía Nicolás María López Calera, ser granadino da mucho de sí. Yo casi siempre desconfío de esas encuestas, porque no sé exactamente qué preguntan y cuáles son los criterios que utilizan para llegar a unas conclusiones. Así que me atengo a mis propios experimentos. Cuando salgo a andar por la mañana me gusta practicar el 'buenos días', aunque ya casi nadie utiliza ese saludo. Pero eso pasa aquí, en Soria y en San Sebastián. La sociedad en general es más maleducada en todos sitios. También en Sevilla o Guadalajara hay camareros que no te ponen buena cara cuando le pides la media de aceite. Somos seguramente más complicados a la hora de entender la vida y probablemente estamos más dispuestos a que nos invada el negativismo… pero ahí a que seamos los más maleducados no sé qué decir. El mencionado López Calera compara a los granadinos con los cipreses: somos lánguidos y tristes, nos estancamos cuando llegamos a cierta altura y no queremos ser cada día distintos. Es un árbol que puede ser abandonado y no le pasa nada. Mira al cielo y la tierra y no quiere ser florido. ¿No será que nos tienen envidia?

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