Un mundo feliz

Federico Vaz

La guerra en paz

LA Cultura en Granada es una víctima de la guerra que se hacen las instituciones que manejan el dinero -que no el talento- necesario para sostener la producción cultural. El delegado de Cultura de la Junta Pedro Benzal da su merecido rapapolvo anual al Ayuntamiento por desentenderse del Salón del Cómic, el acontecimiento cultural que más público atrae en Granada; pero cuando explica por qué el Gobierno andaluz está tan clamorosamente ausente del Festival de Cine Clásico que lidera el municipio, el Retroback, suelta Benzal que ellos tienen cine clásico todo el año en la Filmoteca de Andalucía. Penosa justificación para no soltar unos euros, pero además no del todo exacta: La Filmoteca programa clásicos, sí, pero también cubre el vacío de imprescindibles títulos contemporáneos de los que nuestros cegatos exhibidores nos privan; labor compartida -con más modestia y cariño- con el Cine Club Universitario. Los festivales son escaparates para crear afición, esa que luego irá a la Filmoteca.

A los festivales de cine lo que le sobran son políticos. Si algo ha estado de más en Retroback es la omnipresencia del alcalde -y sus desternillantes intentos de pronunciar 'Audrey Hepburn'- dejando bien claro que era 'su festival'. Pero que nadie le quite el mérito a llenar a rebosar las salas de cine con películas como las de la actriz homenajeada disponibles más que de sobra en deuvedé; despertar el interés por el cine de Franjú o Melville o descubrir a Eugenio Martín a sus paisanos. Esto debería hacer al Gobierno andaluz preguntarse si acaso no es bueno formar parte de algo así.

En Andalucía las instituciones han sido como Atila cuando han luchado por controlar los festivales de cine, o cuando los políticos han arrebatado el timón a los técnicos: El más antiguo y prestigioso, el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, es un muerto en vida desde que los políticos dilapidaron la labor de su fundador José Luis Ruiz; el ansia de los políticos malagueños por fotografiarse junto a los famosetes de los seriales están supeditando el Festival de Cine Español a los intereses de las televisiones; el Festival de Cine Europeo de Sevilla da bandazos desorientados en medio de la pelea institucional por controlarlo. En Granada la Junta tiene su Festival, Cines del Sur, dando lecciones de coherencia a otros certámenes andaluces; y funciona porque los criterios técnicos y profesionales de sus responsables se han sobrepuesto a las presiones políticas. No estaría de más si las otras instituciones también se volcaran en él, poniéndose a trabajar y no a darse codazos por salir en la foto. Su responsabilidad política es apoyar cuanta iniciativa interesante surja sin importar de dónde viene la idea, y después dejar el trabajo en manos de quienes saben. Hagamos caso a Eugenio Martín, 'Tengamos la guerra en paz'.

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