Lo que hacemos

Hacemos todo lo posible por vivir y da la impresión de que muchas personas toman las calles con muchas ganas

Después de haber sufrido los duros efectos de la pandemia causada por el Covid-19 tanto en lo que se refiere a la inmensa cantidad de vidas perdidas, como en lo referente a personas enfermas, comenzamos a poder sentir una cierta normalización de nuestra vida cotidiana.

Las restricciones a la movilidad con duros confinamientos y limitaciones a la actividad empresarial, económica y social, han sido una dura contribución de la sociedad y de los poderes públicos en la lucha frente a este maldito coronavirus y ha generado un daño importante en todos los ámbitos de la vida cotidiana.

No podemos creer que esto se ha acabado definitivamente porque aún cabe la posibilidad de volver a asistir a un repunte de la incidencia de la enfermedad que podría afectar en especial a las personas que, o están vacunadas por decisión propia (unos 4 millones de personas mayores de 12 años) o son menores de 12 años, para los que aún no hay vacuna aprobada y suponen también un número importante de personas.

Pero es cierto que, ante la eliminación de muchas de las restricciones, la sociedad en su conjunto el comienza a recuperar espacios de normalidad. Y ¿que hacemos? Hacemos todo lo posible por vivir y da la impresión de que muchas personas toman la calle con muchas ganas. Los espacios públicos están ocupados de una forma masiva.

El ocio es uno de los principales motores de la actividad de la gente. El turismo local y la hostelería viven momentos de crecimiento con datos que sorprenden al propio sector empresarial.

Lo que hacemos es procurar vivir. Valoramos la importancia de la salud. Valoramos la importancia del ocio, la cultura, las relaciones sociales, lo lúdico. Pero tenemos que preguntarnos si lo que hacemos es lo correcto. La respuesta es difícil de articular. Pero hacemos lo que hacemos y conviene ser conscientes de ello.

Conviene que valoremos y analicemos lo que hacemos porque, aunque para algunos esté pasando desapercibido, asistimos a un cambio muy profundo cuyas consecuencias pueden ser nuevos esquemas vitales que deberían ser mejores y más satisfactorios.

Para que eso sea así, lo que hacemos no debe ser dejarnos llevar.

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