Hay que hacer las paz con Jaén

El Reino de Granada superó en dos siglos y medio, que en la Edad Media eran más largos, al de Sevilla

Estos días me acuerdo mucho de aquella casa. Estaba adosada a los muros -quizá a la cimentación- de la qubba prenazarí del Cuarto Real de Santo Domingo, en el Realejo, con aquella fachada de tan sospechosa umbría y krausista sobriedad, a base de planos y apesadumbrados dinteles, remedando un cierto estilo herreriano en uno de cuyos paramentos, la Asociación de la Prensa de Granada -casi recién fundada entonces- dispuso, a inicios de los años veinte, en la pasada centuria, una placa a modo de homenaje, con la efigie barbuda del ruidoso periodista y exaltado y radical político de final del siglo XIX, don Ramón Maurell López.

Y me he tenido que acordar porque, hace también casi una semana que este mismo diario informaba de que la Junta de Andalucía había ordenado la retirada de un libro de texto, de Geografía de primero de Bachillerato, uno de cuyos capítulos -no se asombren por la descomunal burrada- mostraba un mapa de la España del siglo XVI, en el que no sólo no aparece, sino que ni siquiera se insinúa la existencia del antiguo Reino de Granada, presentando, un plano geográfico que quiere figurar la extensión actual -calcada- de la comunidad autónoma que soñó el musulmán Blas Infante y logró articular -con recónditas artes jurídico políticas- el ilustre profesor sevillano y ministro que fue en la Transición, Manuel Clavero Arévalo. Sí, aparecen las dos Castillas, Aragón y su Cataluña, Asturias, Galicia o la murciana tierra, pero de Granada, ni la silueta en la memoria. Así se ha estado "enseñando" -quiero decir engañando- a los más jóvenes estudiantes desde 2016. Menos mal que la reacción, ante la denuncia de una asociación de jóvenes granadinistas, hizo que el Gobierno autonómico ordenase, muy acertada y aceleradamente, la retirada del libro de marras.

Existe, sí y es innegable, una cierta manía por evitar que se rememore la existencia histórica de Granada y su reino, que fue el último que el Islam tuvo en la Península Ibérica. Ese reino, que superó en el tiempo de existencia al de Sevilla nada menos que en algo más de doscientos cincuenta años: dos siglos y medio de aquellos de la Edad Media -que eran mucho más tediosos y largos- y son los que distan entre el tiempo del conquistador de Sevilla, Fernando III y los del reino y ciudad de Granada, los Reyes Católicos.

Por eso me he acordado de la casa que se demolió y que fue la de don Ramón Maurell, aquel que fuera vicepresidente del Gobierno del Cantón Federal Independiente de Granada, en 1873 -primera República Española- y que, en sólo 22 días de existencia, quiso legislar, casi, lo que no se había hecho en los cuatro siglos anteriores. Y además declararon la guerra a Jaén por las líneas de frontera. Habrá que ir pensando ya en la firma de la paz. ¿O no?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios