¿Y qué harán ahora?

Quizás todavía podamos esperar que harán algo por la mayoría de los habitantes de este país, no solo por algunos

Hace 42 días que desde esta columna les decía que no iba a votar en las elecciones del 10-N. Mi decisión se basaba en el total convencimiento de que la clase política no había entendido el mensaje que, en las dos últimas elecciones, se había mandado desde las urnas. Se habían acabado las grandes mayorías y el bipartidismo, aunque fuera imperfecto y siempre apoyado en los nacionalistas que trincaban para los suyos (y solo para los suyos). Era el momento de pactar y acordar unos mínimos para solucionar los problemas o al menos paliar los desafíos del futuro incierto.

¿Y que hemos oído durante toda la campaña, si es que algo les ha llegado entre el ruido de las protestas en Cataluña y el helicóptero que sacaba el ataúd del dictador? Básicamente: "Yo y Yo y Yo (pongan al líder que quieran) soy la solución, soy el líder de la derecha o la izquierda y tengo que ser el presidente". Poco más, cero propuestas. Eso sí, muchas llamadas a no abstenerse, vayamos a perder un voto. La abstención ha sido algo mayor, tampoco en demasía. Yo debo ser muy duro de mollera; no me han convencido.

Y los resultados han sido los mismos, o peores según todos los sesudos analistas. No se necesita manejar el CIS, antes al contrario, para suponer que en seis meses no iba a cambiar mucho el mensaje. Resultado: más de lo mismo, no querías caldo, toma dos tazas. Nada de mayoría, más fragmentación, más necesidad de pactar con los que trincan para y solo para ellos.

Y como España no es Alemania, ni pensar en un gran pacto de los dos partidos que juntos sumarían 208 diputados. Pareciera que aquello de ceder en algo no está en "el ADN" de los partidos que se llaman nacionales. Aquello solo pasó en los pactos de la Moncloa, claro la prehistoria de la nación llamada España. Y yo me pregunto si es que existe tal cosa, aparte de la selección de fútbol, ¿dónde está España? Existe Teruel, existe Coalición por Melilla, existen enésimas legislaciones educativas que llenan de burocracia los despachos de las universidades, existen enésimas disposiciones sanitarias sobre vacunas y tantas otras enésimas.

Al menos un político ha dimitido reconociendo sus graves errores, quizás todavía podamos esperar que harán algo por la mayoría de los habitantes de este país, no solo por algunos. De lo contrario seguirán alimentando al populismo. Vale.

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