La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

¿Qué ha hecho media 'Graná' en Nueva York?

El problema no es la acción en sí misma, como no lo era en su día Fitur; hablamos de una cuestión de responsabilidad, oportunidad y mesura. La Cámara de Comercio ha afrontado el proyecto inmersa en el proceso electoral para la renovación de cargos y las instituciones se han unido al viaje a Nueva York en la cuenta atrás del 10-N

La icónica imagen de Time Square con el Nasdaq dando la bienvenida a Granada.

La icónica imagen de Time Square con el Nasdaq dando la bienvenida a Granada.

Si a un artículo de opinión le aplicáramos los principios sobre los que se sostiene la profesión periodística cuando nos ajustamos con rigor, objetividad y precisión a lo que debe ser una "noticia", confieso que no tengo los datos suficientes para contestar a esta pregunta: ¿Qué ha hecho 'media Grana' en Nueva York? No al menos con la rotundidad con que lo han concluido los organizadores: ha sido un absoluto éxito, se han alcanzado "la mayor parte de los objetivos" y se han superado todas las expectativas.

Pero el periodismo también es análisis, es crítica y es reflexión. Y lo es, además, desde el convencimiento de que son los grises y los matices los que mejor suele responder a la realidad, no la brocha gorda de lo negro y lo blanco. No si se plantea con honestidad.

Un centenar de reuniones y una buena galería de fotografías -sin obviar los selfies de algunos participantes que han volado por Instagram- sostienen el balance que la Cámara de Comercio ha realizado de la (amplísima) delegación granadina que se ha desplazado a la Gran Manzana: se han estrechado lazos en sectores estratégicos para la provincia y "por fin" da Granada una "imagen de unidad" y fortaleza a nivel empresarial e institucional. De todo ello han informado -y así lo hemos ido recogiendo en el periódico y en la web- a lo largo de toda la semana.

Me mantengo, sin embargo, con las mismas dudas de fondo que planteaba el domingo pasado y que me recuerdan, por ejemplo, a los siempre controvertidos momentos en que se prepara Fitur. Porque una cosa es el qué y otra el quién y el cómo.

¿De verdad está justificada la presencia de cada una de las personas que han integrado esta "misión histórica"? Lo digo por una cuestión de sentido común y de mesura y pensando en algo tan insignificante y prosaico, por ejemplo, como valorar lo que cuesta un vuelo y una simple noche de hotel en la ciudad de los rascacielos.

En la Feria de Madrid que tantos titulares (y escándalos) ha propiciado en algunas ediciones, el problema no solía ser el encuentro en sí mismo como los despliegues, conflictos, errores y hasta meteduras de pata de quienes se apuntaban a la fiesta del turismo.

En el caso de la iniciativa de la Cámara, ninguna polémica hubiera surgido si se afronta con un tono técnico y profesional. Y con mesura. Porque los excesos tienen siempre efectos colaterales y porque ser capaz de hacer autocrítica con una actitud de responsabilidad nunca es mal consejo. Aunque cueste practicarlo tanto en lo público como en lo privado.

La iniciativa se empaña, además, cuando pones el foco en el quién va y el para qué y cuando se afronta el escurridizo debate sobre el retorno final de las acciones: ¿se firman convenios?, ¿se desbloquean proyectos?, ¿sirve realmente para algo tangible? Es un debate líquido y complejo que sobrepasa esta misión pero que deberíamos ser capaces de poner sobre la mesa. Sobre todo cuando se combinan los perfiles técnicos con los políticos e institucionales.

Una acción perfectamente justificada y defendible a nivel empresarial se empieza a desdibujar cuando nos preguntamos la pertinencia de cada una de las personas que viajan, analizamos fríamente si hacía falta desplazar a casi 70 personas a un destino como Nueva York o planteamos, incluso, si era el momento para una institución que está inmersa en un proceso electoral para renovar toda la dirección -resulta inédito que la candidatura de Gerardo Cuerva se haya formalizado precisamente en una reunión en Nueva York- y si la mejor vía de financiación son los fondos comunitarios -si hay algo que ya tenemos aprendido de Europa es que no se admite ni el más mínimo desvío y hay que justificar con rigor hasta el último euro-.

Todo ello sin profundizar en lo más difícil de todo: cómo evaluar el resultado de una iniciativa que combina intangibles como la marca Granada con los fríos números que acompañan a la economía justo en un momento de creciente preocupación por volver a situarnos en el gráfico con números rojos de una crisis.

Como lo intangible sólo se puede responder desde el terreno de la subjetividad, alegrémonos todos entonces de que la misión haya sido un "éxito" y de que Granada haya ido "unida". Y confiemos en que las expectativas se traduzcan en titulares con el trabajo que continuará ahora y aguardaremos impacientes para poder contarlo con luz y taquígrafo.

Pero para analizar, evaluar y opinar no hay que esperar. Y deberíamos poder hacerlo con libertad...

Al final todo es una cuestión de prioridades y de responsabilidad; la que han ejercido por ejemplo todos los que se han descolgado de un viaje que se entendía necesario en un plano que nada tenía que ver con la oportunidad de su presencia...

Y no ha sido una semana en Granada para deambular en el vacío institucional dejando imágenes inauditas como que Paco Cuenca pudiera volver a su sillón de la Plaza del Carmen -sólo unos días antes de conocer la decisión del juez de Sevilla de procesarlo por su gestión como delegado de Economía-, que el gerente de la OCG haya tenido que presentar su renuncia para presionar en la búsqueda de una salida al grave problema de financiación de la orquesta -todos los músicos actuaron el viernes con un lazo rojo en señal de protesta y un grito unánime: dónde está el alcalde-, que toda la zona Norte se haya echado a la calle por el alarmante problema de los cortes de luz que ya ha llegado al Defensor Andaluz y al propio Parlamento…

Paradójicamente, media Graná está en Nueva York cuando Donald Trump da un duro golpe a uno de nuestros sectores económicos más sensibles: la agricultura. La subida de aranceles sí que urge una respuesta unida y una movilización política, empresarial e institucional.

No es despecho; es responsabilidad. Aunque el relato fabricado del periodismo de cabreos funcione tan bien en esta ciudad.

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