Sin hermanos reales

¿Solucionarán los políticos el problema de la natalidad o prefieren cobrar aunque ni se reúnan, ni pacten ni legislen?

Uno de los mayores problemas que tiene y tendrá este país, el Reino de España, es la baja, bajísima natalidad. Las razones son múltiples y se desglosan muy a menudo por todos los sesudos analíticos tertulianos: demógrafos, economistas, antropólogos, sociólogos, psicólogos, politólogos, sindicalistas, empresarios, amas de casa, cuñados y demás. El orden anteriormente dado no indica mayor o menos conocimiento, quede claro. Vamos que, tal como va la economía, los salarios, el precio de viviendas y alquileres, etcétera, no es cuestión de tener niños o niñas, o como mucho uno o una para probar la maternidad y paternidad. Y ya vale. Ni siquiera lo de la parejita se estila ya, dado que el primer (o primera) vástago se tiene a cierta edad y además cuesta mucho, muchísimo.

Es por ello que tener tres descendientes ya suena casi a locura y solo se lo pueden permitir algunos que tienen el sueldo muy bien asegurado, o que ambos cónyuges tengan un buen trabajo y con tiempo libre. Por ejemplo se me ocurre pensar en algunos diputados progresistas que además de criar a sus hijos tienen amplias residencias para que sus chavalines no tengan problemas de espacio, ni por el centro ni por supuesto por la derecha. Pero eso es excepcional. Como excepcional es tener cuatro o cinco hijos o hijas, entonces seguro que el progresismo te puede tildar de ser de la extrema derecha, recordando que aquello de las familias numerosas era para que te dieran un premio nacional populista y para salir en el noticiario documental (léase NODO).

El problema de la natalidad es tan grave que ni siquiera la primera pareja del Reino de España, eso que los americanos llaman el presidente y la primera dama, se puede permitir tener más descendientes. Nuestro Felipe y su primera dama Letizia se han quedado con la parejita de Leonor y Sofía. Nuestra princesa y nuestra infanta se han quedado sin un hermano real, a lo sumo podrían tener una hermana, nunca un hermano real, quiero decir un varón. A esa conclusión llego cuando leo el Titulo II de nuestra Constitución, en particular el artículo 57.1 (sobre la sucesión en la Corona que antepone al varón sobre la mujer). ¿Se imaginan el escándalo?

La natalidad y otros muchos problemas reales, lo de la sucesión a la Corona es tangencial, son muy graves. ¿Esperamos que la clase política busque soluciones o están en cosas más importantes como cobrar cada mes aunque ni se reúnan, ni pacten, ni legislen? Vale.

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