Somos hipócritas

Dejé de estar interesado por el nivel de confinamiento en que me encuentro por procurarme una mejor salud

Reconozco que soy pesimista. Serán cosas de los años, o de la pandemia o del cansancio de estar continuamente en campaña electoral, no acabo de atribuir una razón última a ese mi pesimismo. Eso sí, no pierdo mi humor y me sonrío con la gran capacidad que tenemos de mirar para otro lado, disculparnos de todo y culpar al vecino de todos los males. A veces pareciera que estamos en un gigantesco partido de futbol donde se fingen agresiones, se grita desaforadamente y se dice al árbitro, digamos al gobierno o autoridad competente, que yo no hice nada y que la culpa es del otro, de los otros o de cualquiera cosa que se mueva menos de "mi menda lerenda" (permítanme la expresión).

Reconozco que hace ya semanas que dejé de estar interesado por el nivel de confinamiento en que me encuentro y ni ganas de saberlo, decisión que tomé para procurarme un mejor estado de salud mental a la vista de los continuos cambios de opinión de las autoridades (in)competentes que nos manejan. Lo de llamarlas (in)competentes y pasar de sus consejos lo he decidido al comprobar que ni siquiera saben cuándo empieza el verano. Decían: "Para el verano habremos alcanzado la inmunidad de rebaño". Yo me dije que eso sería para junio; luego se ha ido retrasando para la Virgen de agosto y me temo que será para el verano de los membrillos, allá por octubre. Hasta ahí podíamos llegar: ¡Con el trabajo que costó cambiar el calendario juliano!

Reconozco que ya no sé exactamente dónde se podrán producir los contagios y porqué acontece una ola tras ola, que ya parece que estamos en un parque acuático y no en una pandemia vírica. Los turistas no la causan porque vienen con pruebas negativas. Los bares y todo el gremio afín dicen que ellos son muy respetuosos, que limpian y relimpian, que respetan los aforos, que no hay pruebas concluyentes de que los contagios ocurran en sus locales. Y hasta las cofradías afirman que aunque los templos estaban llenos, no vayamos a culparles a ellos de ningún rebrote. Y a cualquiera que vea usted por la calle sin mascarilla, corriendo, fumando o haciendo lo que le dé "la real de la gana" (permítanme de nuevo), no se le ocurra decirle nada porque lo mismo le escupe y entonces usted mismo será el culpable de contagiarse. No seamos hipócritas, tenemos lo que nos merecemos. Por ello, manténganse sanos. En latín: Vale.

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