¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El hombre fácil

Rivera parece más pendiente de los 'likes' y de la demoscopia que de ir preparándose para ser alternativa de Gobierno

Ahora que los circunspectos académicos se han cuadrado ante la marea violeta y han decidido despojar de su respetabilidad lingüística a la expresión "mujer fácil" (casquivana, ligera de cascos, etcétera), Albert Rivera, el inquieto líder de Ciudadanos, parece dispuesto a reivindicar una masculinización de dicha acepción, pero despojada de sus connotaciones verdes para darle un nuevo significado político (resignificar, se dice ahora): "Hombre fácil: que se presta sin problemas a cambiar de opinión según soplen los vientos demoscópicos". No estaría mal que fuesen los ilustrísimos Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte, letras R y T, respectivamente, los que se encargaran de que tal iniciativa llegase a buen puerto en la Real Academia Española, lo cual les serviría para sumar puntos con el fin de evitar que, como ya se pide en un decálogo publicado por CCOO, se depuren sus libros en las escuelas. No decimos nada de Neruda, Nietzsche Rousseau o Kant, también en el punto de mira de dicho documento, porque a los muertos, por lo general -aunque no siempre-, las pasiones de los vivos les provocan un tremendo hastío.

Rivera tiene muchas e innegables virtudes políticas, pero no la de la firmeza en sus opiniones y compromisos. Cierto es que éste es un defecto generalizado del cuerpo político nacional, pero el catalán ha conseguido elevarlo a rango de arte. Durante su ya no tan breve carrera ha pasado de ser socialdemócrata a liberal, de negar su intención de apoyar a Rajoy a ser su principal sostén en el Congreso (en breve volverá a cambiar de opinión), de desconfiar de la huelga feminista del 8-M a intentar aprovechar su indudable éxito, de sumarse a la derogación de la prisión permanente revisable a proponer una fórmula propia… Rivera sigue la técnica de la artillería: disparo, observación y rectificación (si procede), lo cual hasta ahora le ha dado importantes réditos en las encuestas electorales. Sin embargo, no debería abusar de esta táctica que proyecta la imagen de un político especulativo y fácil, más pendiente de los likes y los gráficos que de ir preparándose para ser una verdadera alternativa de poder, un garante de ese cambio tranquilo, reformista y dentro del sistema que parece demandar la sociedad española. El ambiente político actual está ya viciado, con los jubilados y las mujeres en las calles, Cataluña controlada pero sin un futuro claro, la economía avanzando, pero por inercia; los Presupuestos Generales bloqueados por el PNV… Lo único que parece funcionar bien es la Guardia Civil. Es el momento de Rivera, pero debería serenar el pulso y dejar de moverse por espasmos demoscópicos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios