Con la tromba de agua que cayó ayer en Granada, muchos podrían pensar que algún cantaor desafinado se pasó de rosca. Seguro que no este hombre, que guitarra en mano se dirige con la mirada directamente al objetivo de Álex Cámara. Sólo nuestro fotógrafo sabe qué salió de esas cuerdas, las vocales y las del instrumento. Buena pinta tiene. Granada tiene rincones cargados de magia, en los que la belleza y el arte se dan la mano y forjan una alianza que es puro deleite para los sentidos. Un paseo por la Carrera del Darro es suficiente para comprobarlo.

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